Politización de lucha contra el crimen
Politizar un problema social es actuar y plantear soluciones basadas en un beneficio electoral para un determinado partido o plataforma política. Y eso es lo que pasa con la lucha contra el crimen organizado y desorganizado. Esa politización ha llevado a que al tratar cada quien de “jalar agua a su molino”, no se coordinen los niveles de gobierno para combatir un problema que aisladamente es imposible enfrentar.
El PAN apoya al presidente por ser de su mismo partido; el PRI, al ser oposición, se cruza de brazos ante el crimen y actúa como si esa lucha no fuera de su responsabilidad. Varios gobernadores actúan como si fueran los invitados a resolver un problema que no es de ellos. En el Congreso, los partidos de oposición al ejecutivo, comentan que no es la estrategia adecuada, retardan reformas sobre seguridad y no proponen ninguna solución.
De la politización salió el mito de “la guerra de Calderón”, como si el Presidente hubiera declarado la guerra a un país extranjero. Hasta algunas víctimas del delito han politizado su dolor. En una reunión en el Castillo de Chapultepec con congresistas, Sicilia, cuyo hijo fue víctima del crimen, pidió el cumplimiento de los “Acuerdos de San Andrés Larrainzar”, una de las banderas de los teólogos de la liberación, del “sub Marcos” y sus guerrilleros en Chiapas.
La solución estructural al crimen organizado está en los Estados Unidos, país que compra la mayor parte de la droga que se produce en México y de donde vienen el armamento y el dinero para los criminales. Mientras que en EUA no modifiquen sus leyes para enfrentar el consumo de droga, es difícil que en México se solucione estructuralmente el problema. Pero para controlarlo, no hay hasta ahora una mejor estrategia que frenarlo con la Armada, el Ejército, la Policía Federal en coordinación con los policías municipales y estatales, que no están infiltradas por el crimen.
Luis Pazos
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