Balta: el síndrome del
mal comienzo…
José Ángel Solorio
Martínez
Enero 30/2016
La salida de Baltasar Hinojosa Ochoa, como precandidato oficial del PRI
al gobierno de Tamaulipas, fue errática, caótica y en falso. Ni las tres mil
almas que se reunieron para vitorearlo en la sede del Comité Directivo Estatal
de su organización, pudieron maquillar las fisuras y conflictos con los cuales
inició su campaña interna. El escurrimiento de uno de los actores más potentes
e influyentes, de la pugna priista por la candidatura –Enrique Cárdenas del
Avellano-, dejó en claro que la operación cicatriz fue ineficaz y que la unidad
por el momento no es la más sólida de las divisas del tricolor tamaulipeco.
Lo peor: Cárdenas del Avellano entabla negociaciones con el Movimiento
Ciudadano –cuyo gerente de la franquicia es su primo Gustavo Cárdenas
Gutiérrez- para ir en fórmula con él como candidato a diputado local, en busca
de la alcaldía capitalina que ya un tiempo gobernaron ambos.
¿Qué pasó con los negociadores de Balta?..
¿Qué ocurrió con Enrique?..
Más:
¿Qué está tramando Alejandro Etienne Llano y su grupo?
(Etienne, es otra piedra en el zapato de Baltasar. Como Enrique, no
quedó conforme con la mecánica de la postulación del matamorense. Ya casi como
candidato oficial Hinojosa Ochoa, tuvo que sufrir el amago del alcalde
victorense de registrarse en la Convención para confrontar la propuesta del CEN
del PRI. Sólo la mano dura del Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio
Chong, impidió que el edil capitalino llevara a cabo su decisión que hubiera
colapsado el proceso. Horas antes del registro de Balta, iba a solicitar permiso
al Cabildo para competir).
El PRI, en la historia contemporánea tamaulipeca, nunca había tenido un
candidato tan lastimado y tan fracturado como Balta. Al interior y al exterior
del institucional –afuera del tricolor, las acusaciones de narco-político aún
no se apagan-. Ni siquiera Américo Villarreal Guerra que vivió una desgastante
lucha contra el reynosense Manuel Garza González, llegó a la contienda tan
erosionado.
(Hace seis años, el doctor Rodolfo Torre Cantú sintió la férrea
oposición de Oscar Luebbert Gutiérrez. Pero el asunto no se desbordó. El gobernador
Eugenio Hernández Flores, negoció a tiempo con el reynosense y si bien no quedó
del todo contento, no obstaculizó el proceso ni se precipitó a otros partidos
ni a otros designios. En suma: Rodolfo llegó un tanto internamente cuestionado,
pero el agua no llegó al río; y el PRI, pudo salir a flote aún con ese pequeño
diferendo).
La actitud rupturista de la familia Cárdenas, complica un escenario ya
de por sí, cuesta arriba para el tricolor que enfrenta a un PAN con una
clientela electoral oscilante entre los 300 y 500 mil votos en la entidad.
Análisis conservadores, estiman en casi 100 mil sufragios los que
Gustavo y Enrique, pueden llevar a las alforjas del Movimiento Ciudadano. Más
claro: esa oferta puede menguar la cosecha electoral del PRI y ponerlo a un
tris de la derrota.
Balta debe dejar atrás los nervios, que le heredó la contienda interna.
Se ve, confundido, paralizado, sin la mano izquierda que muchos le conocían.
Hasta ahora, no ha podido -o no ha querido-, sumar. No entendió el mensaje de
su dirigente nacional, Manlio Fabio Beltrones: Unidad en la inclusión. La
unidad es la suma de voluntades; la inclusión, es la incorporación de
propuestas, ideas y personalidades a un proyecto.
Ni una cosa, ni la otra.
(Al menos es lo que denota la irritación patente en Etienne y en
Enrique).
El doctor Pedro Alonso Pérez, acaba de poner en circulación su más
reciente trabajo historiográfico. Pone en claro, que la alternancia en los
ayuntamientos tamaulipecos, en mucho fue generada por la inconformidad del
priismo y el disgusto social por los malos gobiernos priistas.
¿Podrá Balta, superar el síndrome del mal comienzo?.