jueves, 18 de febrero de 2016

Polvorín

La ausente operación cicatriz….
José Ángel Solorio Martínez
          La operación cicatriz en Río Bravo, Tamaulipas, nomás no operó y mucho menos cicatrizó. Los grupos atrincherados en la red de priista, siguen reacios a aceptar la candidatura de Diego Guajardo Anzaldúa por una tan fantasmagórica como jurídicamente cuestionada coalición entre el PRI y el PVEM.
          Los dos eventos del priismo riobravense que organizaron para recibir al pre candidato a la gubernatura Baltasar Hinojosa Ochoa, estuvieron preñados del desacomodo partidista y de un inocultable rechazo al que hoy presume ser el aspirante de los priistas a la presidencia municipal.
          La comida en la casa del ex alcalde José Cavazos, estuvo signada por la tensión y la incomodidad. Casi un centenar de miembros de la clase política local se reunieron para externar su adhesión al matamorense.           
Estuvieron todos. Los Melhem, los Cavazos, los Cárdenas Garza, los Villaseñor y otros no menos importantes.
          El elemento bochornoso, fue la presencia del candidato Guajardo Anzaldúa.
          Se le aisló a una lejana mesa y a su comitiva se le propinó un golpe de pena ajena: los dejaron de pié.
          Los guajardistas, aguantaron el ramalazo.
          A la presión que significó la marginación de los guajardistas, se añadió otra: pocos priistas, saludaron al candidato del Verde. 
          Diré lo que me dijo un colega: 
          “Diego, se veía como perro en barrio ajeno…”
          Estuvo tan densa esa reunión, que para nadie pasó desapercibido el tufo de la rispidez que revoloteaba en la atmósfera. 
          Tan áspero se sentía el ambiente, que el mismo precandidato a la gubernatura Hinojosa Ochoa, dijo intentando romper el hielo que se acumulaba alrededor de Diego:
          -¿Por qué están tan serios...?-
          Ni eso, ayudó a atemperar los ánimos contenidos de los priistas de Río Bravo.
          Tres horas más tarde, en el encuentro del precandidato con los delegados priistas a la Convención estatal, se reeditó otro capítulo de rencor y resentimiento contra el abarrotero riobravense.
          Presidió el evento, un Diego asustado, atemorizado, por una horda tricolor que con caras largas estaba a su lado, más que haciéndolo su candidato, entregando su simpatía por el economista matamorense.
          Nadie levantó la mano a Diego.
          Un Baltasar obligado a apuntalar a su compañero de viaje, intentó cuerpearlo.
         Quedó ahí la foto de Hinojosa Ochoa y Guajardo Anzaldúa. Sólo faltó, que los precandidatos priistas soslayados en la contienda interna, lo arroparan. No ocurrió.
          El terrible rompecabezas político que es el municipio de Río Bravo, sigue sin ser resuelto.
          Confusión y desazón, son las palabras que describen el actual momento político de Río Bravo…

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