jueves, 13 de agosto de 2015

El Fogon

Desarraigado, desconocido y disoluto...
José Ángel Solorio Martínez
Agosto 12/2015
            ¿Es Marco Antonio Bernal Gutiérrez el candidato idóneo del PRI para la gubernatura de Tamaulipas?..
            Ya lo dijo él. Sí quiere.
            Sólo que de quereres está lleno el universo. No es exagerado afirmar, que millones de tamaulipecos quisieran ser gobernador. La pregunta correcta –ante esa eventualidad- es: ¿Puede Bernal Gutiérrez, ser candidato a gobernador de Tamaulipas?..
            El diputado matamorense, tiene cuatro escollos que sortear en el reto que se ha impuesto.
            Son duelos que con gran insistencia, ha venido cargando por décadas en la entidad:
            Primero.- Nunca ha enfrentado un desafío electoral en su tierra. En más de 30 años de carrera política, su nombre ha estado ausente de las luchas electorales de su partido. No conoce, lo que representa una confrontación con personajes y partidos opositores –que más de tres son batalladores e incisivos-, a ras de suelo. Su carrera política, ha sido construida desde el amigable y feliz ruta de la representación proporcional.
            Ha sido diputado federal y senador por la vía plurinominal. En sentido estricto, hasta ahora, ningún tamaulipeco ha cruzado una sola boleta con el nombre del diputado.
            (Podrán discutir los amigos y promotores de Bernal que en las boletas ha ido el nombre de Bernal Gutiérrez en las listas de la circunscripción, pero en términos concretos, ningún tamaulipeco ha visto y menos cruzado una papeleta electoral a favor del matamorense).
            Segundo.- Nunca ha vivido en Tamaulipas. Se dice tamaulipeco, pero desde los 17 años salió de la ciudad de Matamoros para no regresar más que a buscar la gubernatura de tiempo en tiempo. Siempre ha vivido en la ciudad de México.
            Las Navidades suele pasarlas en la casa de sus padres, tiempo que aprovecha para reunirse a beber con sus antiguos compañeros de francachela. El desarraigo es su mayor lastre.
            Ningún político, puede reclamar apoyos a una sociedad a la cual ha abandonado y desdeñado por décadas. Aquellas dos veces que ha sido diputado federal y una vez senador de la república, jamás gestionó algo relevante para sus paisanos.
            E igual con sus compañeros de aventuras etílicas y políticas: nunca recomendó a esos viejos amigos, para ocupar cargo alguno en el gobierno federal que tan bien lo ha tratado.
            Tercero.- La edad. Está en la frontera de sus primeros 70 años. Los escollos que en la actualidad enfrenta un candidato a la gubernatura, exigen fortaleza y salud de hierro.
            Y más, porque en la acera de enfrente estarán mocetones cuarentones que tiene energía como para recorrer sin descanso los 43 municipios del estado. Bernal Gutiérrez, vive actualmente en una zona de confort.
            Le alcanza apenas, para entrevistarse con los representantes de las élites locales y con los líderes de opinión.
            No se le ve –y al parecer no le gusta- aparecer con amplios sectores de ciudadanos. Eso no es todo. Un político de 70 años, tiene un problema generacional: los políticos de 30 a 45 -años no lo conocen.
            Y lo que es peor: no se ven representados por un político, que se ve desfasado ante ellos desde el discurso hasta la mentalidad para hacer e interpretar la política.
            Cuarto.- Sus adicciones. Cada vez es más público, el indisoluble amor que existe entre Bernal y el whisky. (Algunos aseguran que también utiliza otros estimulantes). Si el diputado federal, fuera un ciudadano común, esa vocación sería irrelevante. Pero estamos ante un caso de un servidor público.
            A Federico Reyes Heroles, el memorable genio veracruzano, por lo mismo, se le perdonaban sus debilidades por el coñac.
            “Gachupín coñaquero”, le dijo Luis Echeverría.
            El caso que nos ocupa, es de menor calado.
            Y a contrapelo: de mayor responsabilidad. La gubernatura de Tamaulipas, no es un cargo como para llevarlo con una botella en rastra.
            Ya tuvimos un gobernador amante cotidiano de la champaña: Emilio Martínez Manautou.
            (Y ya vimos como nos fue).
            El partido de Bernal, posee magia para construir candidaturas.
             Puede hacer, con un movimiento de su varita, candidato a quien le plazca.
             Lo que Bernal puede aportar a Tamaulipas –si acaso logra la candidatura-, es la posibilidad real de la alternancia.
            Tiene, para eso sí, todo el perfil: desarraigado, desconocido y disoluto…

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