Polvorín
José Ángel Solorio
Martínez
Enero 23/ 2015
Los fétidos residuos de la
red de poder de Tomás Yarrington, caminan por todo Tamaulipas soñando en un
regreso con gloria. Paradójicamente, un prófugo de la Justicia logró más
candidaturas a diputado en la entidad, que todos los ex gobernadores, e incluso
otros factores de mayor relevancia y potencia. Obtuvo para su establo, los
distritos II, con cabecera en Reynosa, el IV con cabecera en Matamoros y el
VIII con cabecera en Tampico.
La postulación de María
Esther Camargo como conquista del grupo capitaneado por el alcalde Oscar
Luebbert Gutiérrez, no se explica sin la fortuna que el matamorense imprimió a
la carrera del reynosense. Fue con Tomás, su época más fructífera. Con
Yarrington, logró lo que todo político podría ambicionar en su estado: diputado
federal, Senador de la república y súper Secretario.
¿Se puede negar, el vínculo
orgánico, político entre Tomás y Oscar?..
En el IV Daniel Sampayo, es
innegablemente un socio de Yarrington; desde el PAN y desde el PRI, esa estirpe
ha operado en apego a los intereses del ex gobernador en fuga. Otro político
matamorense, que estuvo cerca de la candidatura con aquel soporte es Erick
Silva.
La candidata por el VIII
distrito, Paloma Guillén Vicente es una veterana política que incursionó en el
servicio público desde hace más de 4 décadas. Sin embargo, su vinculación con
el ex gobernador Yarrington es obligada. Con el economista matamorense,
disfrutó de la más alta cresta del poder: fue Procuradora de Justicia,
Secretaria General de Gobierno y diputada local.
(Tanto se adhirió al
proyecto de Tomás la abogada tampiqueña, que no tuvo empacho en realizarle el
trabajo sucio: operó la caída del rector Jesús Lavín Santos del Prado, para
llevar a la Rectoría al ex porro José María Leal Gutiérrez. Tuvo un propósito
esa medida: meter mano al fondo de pensiones de la UAT que hace 10 años era de
6 mil 500 millones de pesos. Aún hoy, se desconoce el paradero de esa suma
propiedad de los trabajadores de la Universidad).
Como se ve Yarrington,
todavía patalea.
Veremos, si el electorado le
da una nueva oportunidad a esos pícaros de la política…
…o si de plano, decide
enviarlos a la cloaca de la historia.
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