lunes, 5 de noviembre de 2012

Los cómplices del Gran Vacío

El Fogón
José Ángel Solorio Martínez

El área política de la administración Torre está desarticulada, desmantelada; o más bien: desaparecida. La Secretaría General de Gobierno, no se ve; y el Presidente del CDE del PRI, no se siente. (Para asuntos prácticos, meta-constitucionales dirán los puristas, este partido actúa como una Secretaría de Asuntos Electorales del aparato que todo Ejecutivo estatal –priista claro- tiene bajo su férula).

Y eso es una mala señal.

Es una evidencia de que el futuro electoral del tricolor y sus aliados no será del todo sonriente en el verano del 2013. Hermino Garza Palacios, Secretario General de Gobierno y Ramiro Ramos, dirigente del institucional en el estado, han demeritado sus responsabilidades y han desgastado las instituciones que representan.

Garza Palacios no atina a desplegar una política interna para dar certidumbre a las propuestas sociopolíticas de su jefe. Y Ramos, no encuentra el camino para proporcionar tranquilidad y acuerdo a los diferentes afluentes políticos tamaulipecos que tradicionalmente buscan espacios de autoridad.

Garza Palacios, requiere un bastón.

Ramos, demanda una brújula.

No se necesita ser vidente para imaginar el futuro del PRI en la contienda por venir. Desde ya, sueltos los hilos de las instituciones –que en mucho son responsabilidad de Herminio y Ramiro-, corren peligro para el tricolor los sitios del estado con mayor peso específico electoral: Reynosa, Tampico, Matamoros, Madero, Río Bravo, Altamira y Nuevo Laredo.

El tejido político institucional quedó dañado desde la elección de julio pasado. El descalabro propinado por el PAN, sigue mostrando sus efectos. El duro descontón, sacó del escenario político al menos a cinco priistas precandidatos a la alcaldía en Matamoros, Reynosa, Nuevo Laredo, Madero y Altamira. Esa eventualidad, es parte del horizonte complicado para llegar con esperanza a julio del 2013.

Otro elemento que enrarece el paisaje tricolor es un PRI desangelado, desangrado y sin capacidad de respuesta a escenarios de alta complejidad en las microrregiones tamaulipecas. (En Río Bravo la jerarquía priista no ha podido resolver el cambio en el Comité Municipal. ¿Se puede imaginar cómo solucionará el asunto de las candidaturas el inexperto de Ramiro?)

Ramos no es el Presidente que el PRI requiere para el descomunal desafío que tiene enfrente.

Garza Palacios, llegó al cargo número dos del Gabinete, más por suerte que por capacidad. Fue el personaje que estaba más a la mano.

Otro desastre electoral desatará los demonios de la sucesión adelantada.

Otro tropiezo –ligado al del fatídico julio pasado- destruiría el sistema de flotación del gobierno de Egidio Torre.

Que se sepa, nadie está pidiendo la salida de Herminio y de Ramos. Lo que la gobernabilidad exige, es su presencia y su labor en las tareas de dar orientación al proceso electoral que está en marcha. Y no se trata sólo de que el PRI gane; se trata de que todas las organizaciones políticas se sumen con responsabilidad a la tarea de organizar y de impulsar la jornada comicial en puerta.

Si Herminio no se ve, es inoperante.

Si Herminio no actúa, es inexistente.

Si Ramos no trabaja, buena parte de las tareas del PRI en las elecciones de julio se colapsarán. (Y no es por sobrevalorar al tricolor en la entidad; es porque su presencia real en la elección es fundamental: es el único partido que cubre todas las candidaturas y está presente en todos los órganos electorales con sus representantes).

En la Ciudad de México ya tienen a dos personajes para suplir el Gran Vacío que podría aparecer en Tamaulipas ante el crujido del PRI y sus candidatos: Enrique Cárdenas del Avellano y Marco Antonio Bernal.

De ocurrir tal designio, Herminio Garza Palacios y Ramiro Ramos, deberán ser considerados cómplices…




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