Luis Pazos
Carlos Slim es considerado por la revista Forbes el hombre más rico del mundo. Hay quienes lo ponen como ejemplo de la desigualdad. Partiendo de la teoría de la suma cero, afirman que el dinero que acumuló Slim significó empobrecimiento para otros. La hipótesis de la suma cero, que consciente o inconscientemente manejan en sus discursos muchos periodistas, políticos, sociólogos y economistas, plantea que la riqueza es igual a un pastel, en el que si alguien se come una porción más grande, otros comerán menos.
Slim es una prueba de lo equivocada de esa teoría, pues el aumento en su riqueza no significó la disminución del patrimonio de los demás mexicanos. El aumento significativo de su riqueza empezó cuando junto con un grupo de empresarios mexicanos y extranjeros adquirió la empresa, otrora estatal, Teléfonos de México, a la que le inyectó nuevas inversiones para alcanzar una mayor productividad.
La nueva administración de Teléfonos de México bajo Slim significó la instalación de más líneas telefónicas en menos tiempo para muchos mexicanos y en términos reales a mejores precios (Véase el cuadro de la pág. 63 del libro “¿Quién manda en México?”, publicado por editorial Diana).
Slim, como muchos otros empresarios en el mundo, que han hecho su riqueza a base de aumentar capital e invertirlo eficientemente, no empobrece a nadie, sino enriquece directa e indirectamente a muchos miembros de la sociedad. Lo mismo podemos decir de Bill Gates, Warren Buffett y otros millonarios que han hecho su dinero creando riqueza, no tomando la de otros. No es coincidencia que el país que tiene el mayor porcentaje de los empresarios más ricos del mundo, sea también donde más trabajadores de todo el mundo han encontrado empleos y mejores salarios: Estados Unidos.
Ojalá hubiera más empresarios como Slim y veríamos cómo se reduce la pobreza en muchos de los países subdesarrollados. Pero, ojo, no queremos ricos que aumenten su patrimonio depredando al gobierno o con actividades ilícitas. Necesitamos más empresarios dispuestos a crear riqueza y menos seudoempresarios que buscan acumularla desde el gobierno o en contubernio con funcionarios o líderes sindicales
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