domingo, 9 de julio de 2017

La fachada de Secude

Oscar Diaz Salazar 
          Por la Calzada Tamatán, en Ciudad Victoria, existe un edificio que aun se conoce como "La Secude", que es el acrónimo de Secretaría de Educación Cultura y Deporte, primer nombre de la entidad encargada de los servicios educativos, dependiente del gobierno del estado y creada tras el proceso de descentralización de la Secretaría de Educación Pública del gobierno federal.
          Si por alguna razón usted visita la "Secude", podrá observar un edificio "tipo" de los que construyó el Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas (CAPFCE), institución que se encargó de edificar la infraestructura de las escuelas públicas, aunque ya también fue desconcentrada y hoy solo es rectora de una tarea que realizan los gobiernos locales, tanto estatales como municipales.
          La primera impresión que un visitante tiene de la Secude, es de abandono, de poca funcionalidad, de mal gusto, de fealdad en un recinto en el que se buscó la utilidad antes que la estética, sin obtener ni la uno ni lo otro.
          En la fachada principal del edificio de dos plantas, en ese bloque de concreto y vidrio, observamos los restos de lo que en algún tiempo fueron murales alusivos a.... Están tan deteriorados por la exposición a los elementos naturales, -sol, agua, lluvia, viento-, que resultan ilegibles y hoy solo parece una de esas bardas en las que se acumulan los vestigios de rótulos de campañas políticas, anuncios comerciales, invitación a la ferias de pueblo y bailes populares, en una amalgama de leyendas empalmadas sobre una superficie descascarada.
          La imagen de la Secude en Tamatán, es el reflejo de lo que ocurre en el interior, en donde se cuentan por miles las historias de maltratos abusos, trafiques, injusticias etc., etc.
          Pero regresando con el tema de esta columna, que es la imagen que nos ofrece la fachada de la Secude, les quiero compartir algunas reflexiones:
No basta con buenas intenciones. Los murales no debieron pintarse en ese sitio expuesto a los elementos naturales y sin contar con la mínima protección.
          Si se hicieron en esas condiciones, se tenia conciencia de que su vida útil sería muy limitada y por lo tanto debieron ser "tapados" con otra capa de pintura en cuanto fue evidente su daño.
          Si con todos esos "asegunes" resulta que los murales tienen un alto valor estético, artístico, sentimental o de cualquier naturaleza, y por lo tanto que sea necesario restaurarlo, pues entonces las autoridades han sido irresponsables por omisión, al no proceder a su rehabilitación.
          Por el daño tan grande que se observa en estos murales, considero que es urgente solicitar un peritaje al Instituto Nacional de Bellas Artes para determinar si es viable su rescate o para cubrirlos con pintura.
          Las inercias, la mala planeación, el deterioro, la pésima imagen, la mala calidad, el abandono y la indolencia que explican la horrible fachada de la Secude, las encontramos también en las tareas que se realizan en ese recinto que hoy les describo.
          Esperemos que los encargados de la educación en Tamaulipas se ocupen en el arreglo de su "casa", y por supuesto que se apliquen en la tarea sustantiva de educar bien a las nuevas generaciones.

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