lunes, 13 de junio de 2016

El Fogón

El adiós de las tres generaciones….
José Ángel Solorio Martínez
          Dos de las principales fuerzas políticas tamaulipecas, remarán contra la corriente en el 2018. El PRI y MORENA, enfrentarán sus mayores desafíos en el teatro regional. El primero, deberá enfrentar uno de los naufragios políticos –este 2016- más penosos que se recuerden en la historia norestense; el segundo, deberá replantear sus estrategias, si aspira a serle útil a la candidatura de Andrés Manuel López Obrador.
          Para el tricolor, el asunto está más que complicado.
       Para los lópezobradoristas, el escenario no es tan cuesta arriba: se dejarán remolcar por la potencia del tabasqueño. (Más de 300 mil votos en Tamaulipas, es el resultado de la última incursión presidencial del líder moral de uno de los partidos más jóvenes y de mayor crecimiento en la historia electoral del país).
El PRI, tamaulipeco quedó en la más completa de las orfandades.
          Abandonado por el dirigente nacional Manlio Fabio Beltrones, ninguneado por la autoridad estatal, con un escaso caudal de Ayuntamientos –apenas cuatro de los ocho principales municipios de la entidad y un Congreso de mayoría panista, ha entrado en una crisis de identidad. Y como en todos los momentos de desorientación, la falta de claridad prohíja pugnas internas.
          Los priistas, no saben qué hacer.
          Unos proponen la vocación vertical del partido para recuperar los liderazgos. Otros, consideran, que la salida democrática es la respuesta a las circunstancias actuales.
          Lo más penoso, es que ni una ni otra opción puede resolver las graves dolencias estructurales: la clase política tamaulipeca, está herida de muerte. Los liderazgos que por décadas operaron para que el PRI fuera una máquina de ganar elecciones, fueron arrasados e inhabilitados por el fenómeno de la alternancia.
          Años antes, los casos de corrupción y desenfreno de los conocidos ex gobernadores, había inyectado pus en el sistema circulatorio de los políticos tricolores de la comarca.
          Muchos confían en el manejo político de las delegaciones federales en abono al proyecto priista.
          Apuesta bastante errática. La escasa franja de legitimidad en la que se mueve el Presidente Enrique Peña Nieto, hace muy lejana la posibilidad de que confronte al gobernador del estado.
          El negro panorama para el institucional, es la atmósfera que se avizora para el 2018.
          La elección presidencial que viene, parece centrarse en sólo dos fuerzas políticas: el PAN y MORENA. Esta circunstancia, podría relegar a un modesto tercer lugar de la tabla al candidato priista.
          ¿Qué significaría tal eventualidad?..
          El colapso -¿más?..- de los priismos estatales, en donde no tengan gobernador de su partido.
          No se percibe un líder priísta idóneo, para el momento de Tamaulipas.
          Una cultura política priista de solidez, se presentó en el sistema político regional cuando el gobernador del estado había salido de esas filas. La fortaleza electoral priista, se fundamentaba en la red de poder pública.
          La urdimbre gubernamental, se mimetizaba en estructura electoral y generaba ficticias fortalezas políticas.
          Es muy posible, que la polarización entre el PAN y MORENA por la presidencia de la república sea el descabelle para el PRI. En Tamaulipas, el priismo podría partirse en tres pedazos: los que se quedarán fieles a su partido; los que se pondrán a la sombra del victorioso PAN y aquellos, que irán a adherirse a la campaña de López Obrador.
          ¿Quién para reemplazar al agotado Rafael González Benavides?..
          (Sí alguien pensaba que Lucino Cervantes Durán, era el más desastroso dirigente del PRI en la historia tamaulipeca, se equivocó. Llegó el matamorense Rafa…).
          La pregunta está en chino.
          El problema es tan peliagudo, que el PRI ahorita no tiene problema de hombres o de nombres. El asunto, es un conflicto de naturaleza interna. Por eso es tan dificultoso encontrar soluciones a corto o mediano plazo, con zutano o con mengano.
          Ya no hay, larga vida para el PRI.
          El neoliberalismo –el salinismo para ser más claros-, lo liquidó.
           El 2018, podría ser la última aventura electoral que cerraría el ciclo de las tres generaciones: el PNR, el PRM y el PRI.
          Gane la presidencia el PAN, o la gane MORENA…

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