miércoles, 23 de diciembre de 2015

Polvorín

         “! Pinche Geño, llévate a Etienne!..”
José Ángel Solorio Martínez
          Eugenio Hernández Flores, ex gobernador de Tamaulipas, dejó funestos legados a los tamaulipecos. Una deuda de más de 10 millones de pesos; obras faraónicas con costos infladísimos; cuñados infames, en cargos relevantes en la administración pública federal; hermanas, cuya ambición por el poder es inconcebible; centenares de nuevos millonarios, que hoy disputan cargos de autoridad en el estado; una descomposición y degradación de los partidos de oposición como en ninguna época de la actividad pública regional –orquestada por Ricardo Gamundi Rosas- y sin duda una de las cargas más penosas para los gobiernos y los ciudadanos tamaulipecos: la asociación de la política local con los más pecaminosos intereses del oscuro mundo fronterizo.
          Todo eso nos dejó Geño
          Pareciera, que no hay pecados más repulsivas que esos.
          Aunque no lo parezca: existen.
          El más reprobable afloró hace un par de años: Alejandro Etienne Llano.
          Amigo de la infancia de Geño, el alcalde victorense llegó a confraternar con quien llegaría a ser el sucesor de Tomás Yarrington en una desenfrenada juventud preñada de bebidas espirituosas y de inhalación de humo de la por esas épocas ilegal mariguana.
          (Mucha gente los recuerda, como un par de muchachos buenos pero con una alegre inclinación hacia el desmadre…)
          Sus profesiones los separarían.
          Muchos años después, Eugenio llegaría a gobernador e impulsaría a su amigo abogado en una rentable carrera en el Poder Judicial. Como magistrado Etienne logró sus mejores éxitos profesionales.
          Hasta que Geño, lo metió a la política.
          Con las recomendaciones del ex gobernador, llegaría a la alcaldía de Victoria. Sn experiencia, sin preparación, sin militancia, sin credencial del PRI, sin pagar cuotas al partido.
          En dos años de gobierno municipal, tiene la capital en ruinas.
          Hoy, más de 30 mil victorenses carecen de agua por la falta de previsión del jefe edilicio.
          ¿Qué fiesta navideña puede ser feliz, sin el vital líquido?..
          Nunca de los nuncas, los victorenses habían sido tan agraviados.
          Y menos por un sedicente político, que dice aspirar a ser gobernador con el gigantesco estigma de no poder gobernar su pueblo.
          El difícil recordar, otro momento más desagradable para los victorenses generado por una autoridad.
          No es exabrupto.
          Ni siquiera es una irracional insolencia.
          Lo juro. Lo he escuchado en el café:
          “!Pinche Geño, ya llévate a Etienne!..”

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