El Fogón
José Ángel Solorio Martínez
Enero 05/2015
Los alcaldes tamaulipecos, también fueron víctimas de la desenfrenada
violencia que azotó la entidad el último decenio. No sólo los ciudadanos,
sufrimos ese flagelo. Los jefes edilicios, con todo y su poder –unos con más,
otros con menos- fueron sofocados por esa marejada que no dejó piedra sana
desde la costa hasta la montaña. Los poderes fácticos, con esa impudicia de
siempre arrebataron a los presidentes municipales gigantescas franjas
recaudatorias.
En otras palabras: las cabezas de los cabildos, fueron atados de manos para cobrar impuestos municipales y colectar rentas locales de diversa índole.
En otras palabras: las cabezas de los cabildos, fueron atados de manos para cobrar impuestos municipales y colectar rentas locales de diversa índole.
¿La consecuencia?..
Una inmediata: canceló la posibilidad de crecimiento político de los
alcaldes ante el reflejo pálido de sus acciones por la falta de recursos.
(Tiempos aquellos, en que un alcalde como Eugenio Hernández Flores, desde
Ciudad Victoria, instrumentó un proyecto político de amplio espectro que le
valió ser candidato a gobernador).
En ese tenor, se desplomaron las posibilidades de siquiera ser
finalistas en la justa por la candidatura de casi todos los presidentes
municipales.
(Tanto del PRI, como del PAN).
(Tanto del PRI, como del PAN).
Una de las primeras bajas, fue el victorense Alejandro Etienne Llano.
Este abogado, apenas logró sobrevivir algunos cuatro meses como alcalde; luego,
un atentado contra su padre lo desfondó ante la sociedad para seguir de
inmediato con el sueño de 8 de 8 que puso el tema bajo el ojo crítico ciudadano
por más de medio año con saldos penosos para el ex presidente del Supremo
Tribunal de Justicia de Tamaulipas.
(El mismo 8 de 8, es parte de la crisis de circulante propio de los
Ayuntamientos. Etienne, casi derramó lágrimas para que la Federación le
autorizara la ampliación de esa famosa calle capitalina. Lo logró. Sólo para
que le endilgaran una de las contra-campañas más eficaces que se recuerden. Los
casi 60 millones que costó la obra, son los más caros, por lo tóxicos, que un
político haya recibido…)
El alcalde de Reynosa, Pepe Elías Leal, es otro damnificado. Tuvo todo,
para ser el precandidato más fuerte a la gubernatura. Su actitud pusilánime y
sus metas cortas, le impidieron crecer exponencialmente cuando el escenario le
sonreía. Se desprendió de la realidad local y de los grupos de poder
micro-regionales priistas para echarse en brazos de panistas emboscados.
Esa calamitosa carga no fue todo.
Para su desdicha, el destino –ese factor subjetivo y siempre
imponderable, que también incide en los resultados de la Política- le jugó la
peor celada: cayó en desgracia su padrino Armando Hinojosa Cantú. Pepe,
consideró estar sobrado con tamaña palanca. El vendaval de la política real, le
puso los pies en la tierra: nadie es tan grande en política que no pueda caer,
ni nadie es tan pequeño que no te pueda ayudar…
El reynosense, hoy está más huérfano que cuando perdió la diputación
federal. Al parecer, algunos de sus asesores lo han subido a la justa por la
gubernatura. Tiempo perdido. Dinero tirado. Tiene en el PRI local a su peor
enemigo y a su más digno detractor: lo ha soslayado para crear un PRI alterno
desde la Sedesol municipal con Víctor Garza quien opera con un presupuesto
millonario en tanto el tricolor formal opera como secta mendicante.
La alcaldesa panista Leticia Salazar, apostó todo al amor y no le fue
tan bien. Su Hércules está ahora encadenado y es elemento vinculante de su
oficio de tinieblas con el oficio de luces que la dama pretende desplegar. Las
muertes de los norteamericanos no aclaradas, el desempeño de su grupo
paramilitar que hace las veces de su escolta, y su evidente sociedad con el hoy
preso Luis Biasi, le cortaron sus alas. Su capital quedó reducido a su ínsula.
Seguramente ganará la diputación federal con el candidato que ella decida, pero
su sombra se achicó; ya es difícil que trascienda, con tantos y tan pesados
grilletes en rastra.
Su discurso mesiánico, es operante sólo en su terruño.
Si lo pronuncia en algún lugar como Tampico, Reynosa, San Fernando o
Victoria seguramente dudarán de su cordura.
Otra baja, generada por los obuses de los poderes fácticos.
El alcalde de Nuevo Laredo, Carlos Cantú Rosas, va en la misma ruta.
Aliado a los capitales negros de ese puerto fronterizo –el perredista Jorge
Valdez es su más conspicuo representante- pronto mostrará su verdadero rostro.
Su desmedida ambición apenas está aflorando con la monstruosa inflación de la
obra pública. (Sus adversarios, tienen ya un catálogo de obras cobradas hasta
por 300 por ciento más de sus costos).
Tendrá que aprender a nadar.
El lodo que lleva el río Bravo es poco.
Los alcaldes de Tamaulipas, nunca estuvieron tan frágiles…
…y nunca, tan lejos de la gubernatura.
…y nunca, tan lejos de la gubernatura.
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