jueves, 27 de febrero de 2014

La frontera azul

El Fogón
José Ángel Solorio Martínez

           Rafael González Benavides –el líder del PRI tamaulipeco- debe estar preocupado. 
           La frontera es azul. 
           Y amaga con seguirse pintando de igual color, en las elecciones federales que se avecinan. 
           Con liderazgos consistentes en las esquinas de la entidad –Nuevo Laredo y Matamoros- como Carlos Enrique Cantú Rosas y Leticia Salazar y con un potente panismo en Miguel Alemán y en Reynosa, es un frente que difícilmente podrá remontar el partido de las instituciones. 
           Sobre todo, por la parálisis de sus dirigentes y de sus estructuras.
           El PAN, no ha dormido. Desde que llegaron al poder los alcaldes albiazules, se han movido con el objetivo puesto en su próximo reto electoral. 
           Cantú Rosas, ha delineado una amplia alianza entre grupos sociales nuevolaredenses –ahí están priistas, panistas, y perredistas, trabajadores y empresarios- para darle gobernabilidad al municipio y generar espacios para ensanchar su proyecto más allá de la región. 
           Lety Salazar, entró a trompicones pero pronto rectificó.
           La campaña negra que se le construyó a partir de su mala estrategia de salida, la galvanizó. 
           Vista como víctima la alcaldesa no sufrió abolladuras en su programa político. 
           Esta circunstancia, sumada al desmantelamiento de la red de poder priísta ante la pérdida de uno de sus más emblemáticos líderes –Tomás Yarrington-, mantiene a este nuevo actor panista en la cresta del panismo del Golfo. 
           La mega ciudad Reynosa, ha arropado con más que generosidad a los panistas. 
           Los notables y sonoros encontronazos entre los diferentes grupos de presión que coexisten al interior del PAN, no los ha debilitado ni los ha desgastado ante un electorado que cada día le da muestras de firme fidelidad. 
           Su dirigente más conspicuo, Francisco García Cabeza de Vaca, está más vivo que nunca. 
           Las pequeñas derrotas sufridas en el pasado, parecen estar sanadas. 
           Desde hoy, se ve un PRI achicado y arrinconado en el norte tamaulipeco. 
           En el sentido estricto, es una organización política minoritaria. 
           Los alcaldes de Nuevo Laredo y Matamoros, son una maciza pinza que tiene contra las cuerdas a los cuatro potenciales candidatos tricolores. 
           No hay distrito fácil, para el institucional. En Nuevo Laredo, el PRI fue aplastado por un losa de casi 30 mil votos y en Matamoros de igual forma, los priistas lloran que lloran como la zarzamora lamentándose el olvido y el desdén con que los tratan. 
           En Reynosa, se dificulta encontrar un candidato que pueda ganar sin objeciones una elección de entrada competidísima. 
          Y en Río Bravo, la gente de González Benavides da por hecho que Diego Guajardo será el candidato y que será sacrificado por esa lápida azul que es el sur reynosense. 
           En Matamoros, nadie quiere entrarle al toro. Luis Biasi ha tejido una fuerte alianza con el viejo y el nuevo panismo y ha logrado aglutinar a decenas de priistas desencantados por la ausencia de liderazgos institucionales. 
           Otro elemento que conspira contra la tarea de Rafael González Benavides, es la miseria en la cual su partido se encuentra. 
           El Comité Directivo Estatal, no tiene fondos ni para pagar a sus experimentados operadores que están en un tris de irse a prestar sus servicios a las oposiciones. (Si tantito se tardan, decenas de trabajadores de ese partido se apersonarán ante la Junta de Conciliación a reclamar sus salarios y a denunciar despidos injustificados)
           A contrapelo, los panismos nuevolaredense, reynosense y matamorense, poseen recursos para mover jubilosamente a sus huestes. 
           Al parecer, Cantú Rosas, Cabeza de Vaca y Lety Salazar, tienen claro el papel que juegan las finanzas en una tarea política de largo aliento y de ancha dimensión. 
           En carne propia, el ya derrotado mariscal de campo del PRI tamaulipeco, está hoy sintiendo en carne propia, aquella sentencia de su correligionario: “Un político pobre, es un pobre político…”

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