miércoles, 12 de febrero de 2014

El Remoto Milagro

El Fogón
José Ángel Solorio Martínez 

El desmantelamiento de la estructura de los grupos políticos institucionales en Matamoros, Tamaulipas se está convirtiendo en el mayor dolor de cabeza del PRI tamaulipeco. La huida de Tomás Yarrington y los más conspicuos tomasistas; el desdén de Manuel Cavazos Lerma por su patria chica y el consecuente abandono de los cavacistas; el distanciamiento de Baltazar Hinojosa y sus seguidores de la ciudad que gobernaron y la indiferencia eterna de Marco Antonio Bernal Gutiérrez, generaron un hoyo de grandísimas dimensiones que el priismo que se quedó a defender la plaza, no puede y no se esfuerza por llenar.
           Ese escenario dramático para el priismo, ponen en dirección –más por la inercia de toda esa argamasa de circunstancias que por la vocación de poder- de una ruta hegemónica en el corto plazo a la panista Leticia Salazar y a su principal socio de aventuras electorales: Luis Biasi.
           Con el control de la red de poder municipal, y la urdimbre que ello se genera, el dueto azul tiene un futuro inmediato con cancha libre para jugar a la ofensiva. Un priismo desangrado, -que conlleva a ubicar a candidatos a la diputación federal de poco empuje- y un panismo que ya ha convertido su voto duro en un caparazón muy endurecido por las victorias recientes y las intensas y tempranas campañas negras contra Salazar y Biasi, presuponen una tarea colosal para el nuevo dirigente priísta que llega en un efímero momento de gloria.
           La tozuda idea de imponer la candidatura de Adrián Gallardo Landeros, complica grandemente el paisaje matamorense para el PRI. Si algo tiene el ex dirigente del CEN del FJR, es desarraigo; si algo lo hace vulnerable es su lejanía de las tareas en tierra: es un cuadro que se ha movido en áreas de reflexión del PRI, y si alguna debilidad acarrea esa especialidad es la incapacidad para insertarse en los violentos escenarios de una campaña electoral de alta competencia. Desarraigado, es en este caso, el concepto que lo define.
           (Es más bien Gallardo Landeros, un hombre de ideas y no de contienda. Es parte de esos tamaulipecos que han escalado la pirámide del poder con su perfil de intelectuales orgánicos: Felipe Solís Acero, Marco Antonio Bernal Gutiérrez, José Ángel Gurría y otros).
           La fortaleza de Lety, es su debilidad. La debilidad de Biasi, es su fortaleza. La alcaldesa ya dio muestras de que los ataques la potencian. (Las primeras pifias frente a la alcaldía, desataron una respuesta de sus adversarios desproporcionada lo que, la catapultó como un cuadro azul con macizo potencial. Biasi con su intempestiva y arrolladora incursión en la arena política matamorense, achicó aún más al diezmado cuadrante tricolor, lo que derivó en un intenso fuego mediático en su contra. 
           (Tanto capital posee el Secretario de Desarrollo Social matamorense que la administración estatal le ofreció las perlas de la virgen para que se sumara al PRI. Estrategia que medio funcionó con Diego Guajardo, pero que fracasó en Nuevo Laredo con Carlos Enrique Cantú Rosas y que se dice fue inoperativa con el funcionario matamorense).
           En mucho, resolver esos desafíos, delineará el futuro político de ambos activos panistas en el puerto.
           Construir la hegemonía azul en Matamoros, no es un bocadillo. Son décadas de trabajo de una clase política con talento, capacidad e inteligencia: Emilio Martínez Manautou –era de San Carlos, pero su origen político es Matamoros-, Cavazos Lerma, Yarrington, Bernal Gutiérrez, Baltazar Hinojosa y otros. (Sus métodos de gobierno son discutibles, en efecto. Lo que no se les puede regatear es su destreza y su olfato políticos)
           Lety y Biasi, tienen la ventaja del escenario; juega a su favor.
           Ambos, tienen la sonriente coyuntura de confrontar a un priismo, capitaneado local y estatalmente por mariscales de campo cuyos semblantes lo único que reflejan es cansancio, desaliento, frustración, tristeza y derrota. El dúo coexiste con una sociedad hastiada por los hierros del tricolor y los excesos pantagruélicos de la clase política priista.
           El PRI, aún cree en los milagros.
           Lo lamentable, es que está sentado esperando que ocurran…

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