Polvorín
José Ángel Solorio
Martínez
Febrero 03 2015
Dos de los distritos que el PRI
consideraba flanes para sus candidatos –el II con cabecera en Reynosa y el VIII
con cabecera en Tampico- se complicaron de la noche a la mañana. El senador
panista Francisco García Cabeza de Vaca, acusó –en red nacional y a todo color,
con Ricardo Alemán en Foro TV- con poca sutileza a María Esther Camargo y a
Paloma Guillén Vicente de cargar con el más pesado de los pecados públicos del presente:
tener vínculos con grupos antisociales.
En el caso de Camargo, el machetazo
fue directo a su esposo el ex alcalde reynosense Oscar Luebbert; en lo
referente a la hermana del Sub Comandante Marcos, dejó el señalamiento en los
umbrales de la duda: en su gestión como Sub Secretaría de Gobernación en el
área de migrantes, se generó la mayor cantidad de secuestros de
centroamericanos.
Las expresiones del parlamentario,
meten presión a la lucha electoral tamaulipeca. Reflejan, que tanto el PAN como
el PRI, no escatimarán esfuerzos para desplegar una guerra de trincheras –sin
faltar lodo y cieno- en cada uno de los 8 distritos en disputa.
La ofensiva de Cabeza de Vaca,
mancha la transparente moral y el pulcro rostro que en el inicio de su
precampaña la esposa de Luebbert mostró al electorado reynosense; a la vez, es
un doloroso golpe bajo para Guillén Vicente que preparaba sus alas para volar
como la única mujer priísta con posibilidades reales de obtener boleto para el
2016.
De la misma forma, pone en la picota
a las dos damas ante el CEN de su partido. El dirigente nacional César Camacho
Quiroz ha proclamado que no pasarán candidatos bajo sospecha. (Ya de hecho uno
–Daniel Sampayo- cayó por su alta toxicidad política, que le llegó por ósmosis
del yarringtonismo).
El senador supo pegar.
Para hacer más vendible su
argumento, acusó a Paloma –y se infiere que también a Luebbert- de ser
emisarios de Tomás Yarrington.
¿Qué hará Camacho Quiroz con esas
papas calientes?...
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