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Jose Angel Solorio Martinez |
El agónico, pero
vivo, pútrido régimen…
El viejo régimen
político tamaulipeco, agoniza pero no está muerto. Las complicidades, las
negociaciones, las concertacesiones y los pactos por debajo de la mesa de las
principales fuerzas políticas regionales, resultaron ser transexenales y
transalternancia.
Los añejos actores tamaulipecos, ahí
están. Acaso se ven asustados por la embestida de las instituciones de Justicia
internacionales, pero no dejan de operar, de dar aliento al pútrido sistema que
los alimenta.
Sujetos de evidente amoralidades
administrativa y política como el cuñado de Eugenio Hernández Flores, Aureliano
Salinas –delegado de la PROFEPA en el estado-; su hermana Susana Hernández Flores
quien funge como diputada local tamaulipeca al tiempo de ser esposa de
Aureliano; la anodina diputada federal Esther Camargo de Luebbert –que dentro
de muchas lindezas en la Cámara de diputados aprobó la puñalada a los
mexicanos: el gasolinazo-; Paloma Guillén Vicente ex Secretaria General de
Gobierno con Tomás Yarrington y Procuradora de Justicia con Eugenio Hernández
Flores quien operó el pinochetazo contra el entonces rector de la Universidad
Autónoma de Tamaulipas, Jesús Lavín Santos del Prado y conoció a fondo el
teje-maneje del crimen organizado en la entidad con una permisividad cómplice,
siguen interactuando para degradar más y más, las instituciones de gobierno en
la entidad.
La mayoría de los diputados federales
y locales priistas en la comarca, son parte de ese pasado que los condena a
ellos como gobierno y condena a todos los tamaulipecos a llevar las cruces de
la corrupción, la deshonestidad, la ambición pecaminosa y le vergüenza de haber
soportado tan perniciosas lacras.
La mayoría de los delegados federales,
responden a los intereses o de Eugenio Hernández Flores o de Egidio Torre
Cantú.
Y ni el Presidente Peña Nieto, ni el
gobernador de los Vientos de Cambio, han opinado sobre esa urdimbre de pus que
sigue saqueando el erario federal y los bolsillos de los tamaulipecos.
Y lo peor: ni en sueños, han pensado
en actuar contra ellos.
¿Por qué el gobierno estatal no ha
señalado –pruebas las hay- a diputados locales priistas como Alejandro Etienne
Llano por el saqueo que hizo de las arcas de Ciudad Victoria en su periodo de
alcalde?..
¿Quién protege a la diputada Mónica
González que se apropió –desde el gobierno de Egidio- rapazmente de decenas de
terrenos en Tula, Tamaulipas?..
(Entre ellos, una casona de mosaicos azules
remodelada con dinero público, ubicada en contra esquina de la plaza
principal).
La transición no ha dado respuesta a
una exigencia ciudadano de las más sentidas: el combate a la corrupción. Ni un
solo funcionario que sirvió a Egidio, ha sido siquiera señalado como
responsable de los incontables estropicios hechos al patrimonio de los
tamaulipecos.
Ni uno solo.
Eso sí: decenas de declaraciones
fueron echadas a rodar por los servidores públicos de los Vientos de Cambio, en
el sentido de que había muchos aviadores, y decenas de malos manejos en las
diversas áreas burocráticas.
Desde el Secretario de Educación,
hasta la renunciada Secretaria de Salud, Lydia Madero llevaron al paredón a
centenares de trabajadores porque cobraban sin trabajar, según dijeron.
A los pocos días, ambos olvidaron su
sed de venganza.
Y hasta hoy, nadie ha sido pasado a
las instancias de sus respectivas contralorías.
La alternancia, seguirá siendo trunca
y falaz, si no opera el reemplazo de las instituciones podridas.
La alternancia, seguirá siendo un
sueño ciudadano, si se permite la sobrevivencia de los tóxicos residuos del
abominable régimen prohijado por la narcopolítica y la podredumbre de la moral
pública.
Es la oportunidad de los Vientos de
Cambio.
Antes de que el voto del 2018, golpee
el rostro del oxidado régimen político que han delineado el PRI y el PAN
tamaulipecos…