jueves, 8 de junio de 2017

Para ganar la elección, el candidato panista tuvo que estimular el deseo de cambio

Oscar Diaz Salazar
A un año del triunfo panista en Tamaulipas: nada que celebrar
Hoy se cumple un año de la elección para renovar el gobierno del estado de Tamaulipas, en la que triunfó el candidato del Partido Acción Nacional.
          La alternancia en Tamaulipas fue decidida por las ciudadanos que en forma contundente y holgada le otorgaron su voto al PAN, dejando atrás la época en la que un solo partido tenía acceso al poder y a la silla del gobernador.
          Para ganar la elección, el candidato panista tuvo que estimular el deseo de cambio, generar esperanza y crear ilusiones en un electorado cansado de los malos gobiernos que nos habían llevado a una situación de inseguridad, violencia, impunidad, deficiencia en la prestación de servicios públicos y muy marcado deterioro en la calidad de vida de los tamaulipecos.
          A la medida de las expectativas creadas, fue la ventaja que logró en las casillas electorales el ahora gobernador, muy amplia, muy grande y tan contundente como ahora se percibe el desencanto por lo poco que se ha logrado en los ocho meses de gobierno panista.
         Los panistas no saben actuar como gobierno y tal parece que no quieren aprender. Resultaron muy poco tolerantes a la crítica, siendo muy buenos para señalar los errores de quienes los antecedieron en las responsabilidades que ahora tienen.
          En cada "crítico" de sus acciones, ven a un priista resentido. En cada reclamo, ven un ataque de quienes perdieron los privilegios que tenían en el pasado. Esto no necesariamente es así, no en todos los casos, no en lo que a mí respecta.
          Las cosas siguen igual o peor que con Egidio Torre y con el PRI. Así lo percibe el ciudadano de a pie; el usuario de los servicios de salud; el padre de familia y los estudiantes que atienden en las escuelas públicas del estado. Así se siente en las comunidades sin agua, sin drenaje, sin alumbrado y sin servicios públicos.
          La misma desatención que padecíamos con los priistas, la experimentamos hoy con los del PAN. La misma concentración de obras, servicios y acciones del gobierno en la capital, - lo poco que hacen -, la vemos hoy con los azules, como antes con los colorados.
          Uno de los factores inherentes a la democracia, es la fiscalización del quehacer de los gobernantes. Eso lo deben entender quienes hoy están al frente del gobierno de Tamaulipas y de las 43 presidencias municipales del estado.
          A un año de la elección en Tamaulipas, no hay razones para celebrar, no hay motivos para festejar, tal vez solo entre los muy pocos que han conseguido un buen contrato, como es el caso del proveedor de medicinas que consiguió el alquiler de las farmacias en los hospitales del sector salud; o quizás de los ahora funcionarios que llegaron al gobierno con aires de grandeza, con la ignorancia y soberbia, que denotan su complejo de superioridad, con el que intentan suplir la conciencia de su inferioridad y falta de conocimiento, en el tema del servicio público.
          Por el bien del estado de Tamaulipas, esperemos que logren entenderle al servicio público y hacer un buen gobierno.