Oscar Diaz Salazar |
A un año del triunfo panista en Tamaulipas: nada que celebrar
Hoy se cumple un año de la elección para renovar el gobierno del estado
de Tamaulipas, en la que triunfó el candidato del Partido Acción Nacional.
La alternancia en
Tamaulipas fue decidida por las ciudadanos que en forma contundente y holgada
le otorgaron su voto al PAN, dejando atrás la época en la que un solo partido
tenía acceso al poder y a la silla del gobernador.
Para ganar la elección,
el candidato panista tuvo que estimular el deseo de cambio, generar esperanza y
crear ilusiones en un electorado cansado de los malos gobiernos que nos habían
llevado a una situación de inseguridad, violencia, impunidad, deficiencia en la
prestación de servicios públicos y muy marcado deterioro en la calidad de vida
de los tamaulipecos.
A la medida de las
expectativas creadas, fue la ventaja que logró en las casillas electorales el
ahora gobernador, muy amplia, muy grande y tan contundente como ahora se
percibe el desencanto por lo poco que se ha logrado en los ocho meses de
gobierno panista.
Los panistas no saben
actuar como gobierno y tal parece que no quieren aprender. Resultaron muy poco
tolerantes a la crítica, siendo muy buenos para señalar los errores de quienes
los antecedieron en las responsabilidades que ahora tienen.
En cada
"crítico" de sus acciones, ven a un priista resentido. En cada
reclamo, ven un ataque de quienes perdieron los privilegios que tenían en el
pasado. Esto no necesariamente es así, no en todos los casos, no en lo que a mí
respecta.
Las cosas siguen igual o
peor que con Egidio Torre y con el PRI. Así lo percibe el ciudadano de a pie;
el usuario de los servicios de salud; el padre de familia y los estudiantes que
atienden en las escuelas públicas del estado. Así se siente en las comunidades
sin agua, sin drenaje, sin alumbrado y sin servicios públicos.
La misma desatención que
padecíamos con los priistas, la experimentamos hoy con los del PAN. La misma
concentración de obras, servicios y acciones del gobierno en la capital, - lo
poco que hacen -, la vemos hoy con los azules, como antes con los colorados.
Uno de los factores
inherentes a la democracia, es la fiscalización del quehacer de los
gobernantes. Eso lo deben entender quienes hoy están al frente del gobierno de
Tamaulipas y de las 43 presidencias municipales del estado.
A un año de la elección
en Tamaulipas, no hay razones para celebrar, no hay motivos para festejar, tal
vez solo entre los muy pocos que han conseguido un buen contrato, como es el
caso del proveedor de medicinas que consiguió el alquiler de las farmacias en
los hospitales del sector salud; o quizás de los ahora funcionarios que llegaron
al gobierno con aires de grandeza, con la ignorancia y soberbia, que denotan su
complejo de superioridad, con el que intentan suplir la conciencia de su
inferioridad y falta de conocimiento, en el tema del servicio público.
Por el bien del estado
de Tamaulipas, esperemos que logren entenderle al servicio público y hacer un
buen gobierno.