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| Luis Pazos |
En el 2008 el Presidente Calderón envió una iniciativa de reforma energética que se aprobó con modificaciones y aunque en algo ayudó, dejó de ser la reforma energética que necesitaba México.
Lo aprobado de la iniciativa de reforma laboral en la Cámara de Diputados mantiene avances: reduce liquidaciones, establece empleos temporales, reconoce períodos de capacitación y ascensos en base a la productividad, pero implementaron cambios que restan efectividad a la iniciativa, con el teórico propósito de proteger a los trabajadores.
El pago del salario por hora lo limitaron al salario mínimo diario, lo que reduce el interés para crear empleos formales por hora y es inconstitucional.
Una retribución mínima al pago de una hora igual al salario mínimo de una jornada de 8 horas, aunque bajo, incrementa 8 veces el pago por hora. Es difícil que alguien acepte trabajar por 7 ó 10 pesos por hora, pero fijar como mínimo el salario mínimo para 8 horas en contratos por hora, reduce el incentivo para que las micro y pequeñas empresas, que representan el 99% del total, contraten formalmente más trabajadores por hora, entre ellos a estudiantes, amas de casa y personas de la tercera edad. Le resulta al empleador más redituable contratarlos por día.
Esa disposición es contraria a la fracción VII del apartado A del Artículo 123 de la Constitución, al obligar a pagar lo mismo al que trabaja una o dos horas, que al que trabaja ocho. Va contra el principio constitucional de a trabajo igual, salario igual.
Hay legisladores que introducen cambios de buena fe en materia laboral, teniendo en mente únicamente a las grandes empresas y olvidan a las micro y pequeñas, que son la mayoría. Ojalá los senadores supriman las modificaciones en materia de candados salariales al trabajo por hora e incluyan la transparencia sindical, como lo contemplaba la iniciativa original, si queremos que lo aprobado en el Congreso implique una reforma laboral estructural completa y no una mutilada, parecida a la energética del 2008.
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