Polvorín
José Ángel Solorio Martinez
Tamaulipas, tiene dos PRI. Uno auténtico, formal; el otro, paralelo,
informal, pirata.
El primero está dirigido por el presidente del CDE, Rafael González
Benavides; el segundo, por el experimentado político Antonio Martínez Torres.
El de jure, está semiparalizado, sin dinero y sin recursos humanos como
para articular una estrategia amplia con la mira puesta en la elección federal
del 2015.
El de facto, opera a la sombra, sin reflectores, pero con una red
financiera que le hace amigable su tarea.
El PRI depauperado, -por añadidura tiene en el abandono pecuniario a los
43 Comités Directivos Municipales- anda llore que llore por los rincones.
El PRI boyante, camina plácido por los bulevares y las veredas
tamaulipecas. González Benavides, pareciera tener ventaja sobre Toño.
Pero no. No la tiene. Rafa, apenas convoca a la base militante. Toño,
cohesiona a los comandantes de la élites. Rafa sale en los medios.
Toño, trabaja en la oscuridad. Ésta compleja expresión de fuerzas
políticas institucionales, ha generado un fenómeno desagradable para Rafa: su
liderazgo se ha visto disminuido.
No sólo está en desventaja con Toño con los recursos económicos; también
está superado en recursos para el acuerdo y el pacto político con los factores
reales de poder en las microrregiones de Tamaulipas.
En lo corrillos se ha filtrado que Rafa, cada día está más irritado por
ese proyecto de abrir la puerta y el tesoro público al PRI ilegítimo. (A la
fecha, no se ha pagado a los trabajadores del PRI estatal las compensaciones.
Y no ha contratado jefe de Prensa porque los fondos han reducido al
tricolor en la entidad, en una secta mendicante y miserable).
¿Quién diseño esa cuestionada táctica? ¿Se desea, hacer ganar o hacer
perder al PRI en Tamaulipas?..
La filosofía popular es sabia: “El que a dos amos sirve –el PRI
millonario y el PRI miserable-, con alguno queda mal…”
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