domingo, 24 de julio de 2016

Polvorín

Etienne y Susana, el legado de la pus…
José Ángel Solorio Martínez
          El PRI, ya no le quedan espacios, para la demagogia y la mentira. El dirigente nacional de ese partido, Enrique Ochoa Reza ha declarado la guerra a los gobernadores corruptos. Por alguna razón, no citó a dos de los ex gobernadores del tricolor que han hecho escuela –negativa, por cierto- en asuntos de manejos deshonestos con los dineros públicos y con el ejercicio del cargo: Tomás Yarrington Ruvalcaba y Eugenio Hernández Flores.
          Ni con el pétalo de un adjetivo los tocó.
          Grande desafío tiene el nuevo dirigente del PRI tamaulipeco. Deslindarse de esos dos perniciosos actores, no es un acto que podría verse como punitivo; sería más bien, el saludable distanciamiento de dos de los personajes más tristemente célebres en la región.
          Forman parte ya, de la galería de malandros de Tamaulipas. Se pusieron a la par –con sus gustos exóticos y su amor por el dinero público- de los grandes capos que hicieron de nuestro estado la región más violenta en muchísimas millas a la redonda.
          ¿Debe el PRI tamaulipeco –hablamos de la militancia- expulsar a ese par de pájaros de muchas cuentas?..
          Sería lo más saludable.
          Un partido no puede ir cargando con tan pesados bultos, que son auténticas municiones para los demás partidos en épocas electorales. Son ellos, los que han hecho ganar a los adversarios del tricolor, más que los talentos de candidatos y partidos anti-priistas.
          Los aspirantes, deben clarificar muy bien eso.
          ¿Qué hacer son Geño y con Tomás?..
          Lo que se hace con los frutos podridos: separarlos de la canasta.
          El CEN ya expulsó a Tomás. Lo que no ha sido ratificado por el CDE tamaulipeco.
          Por ahí debe empezar la renovación del tricolor.
          Los dirigentes que hoy claman democracia para elegir al dirigente estatal, quieren hacer la riñonada sin tener el cabrito. Hablan de un cambio de paradigmas. Pero tienen encarnados a dos de los tumores más letales y repugnantes en su organismo.
          ¿Por qué no empezar con dos de los diputados, que representan a ese pasado que condena al priismo en Tamaulipas?
          Ahí están.
          Alejandro Etienne Llano y Susana Hernández Flores.
          ¿Dónde están, los aspirantes al CDE del PRI renovadores?..

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