Polvorín
José Ángel
Solorio Martinez
La Universidad Autónoma de
Tamaulipas (UAT) no abandona la ruta del dispendio y del derroche.
En tanto la comunidad académica vive
en la digna pero incómoda medianía, el rector Enrique Etienne Pérez del Río y
su distinguida familia disfrutan de los excesos de un presupuesto que debiera
ser para el deleite exclusivo de los universitarios.
Uno de los más recientes gestos de
dilapidación de la familia Etienne fue realizado con una de las aeronaves de
nuestra Máxima Casa de Estudios.
Varios vuelos están registrados –el
Instituto Federal de Acceso a la Información, en breve proporcionará a Cambio
de Tamaulipas las bitácoras de vuelos de Ciudad Victoria a varias ciudades de
Estados Unidos- en el aeropuerto de Victoria en los cuales la principal
protagonista es el aeroplano oficial.
Y por supuesto: los pasajeros de esa
aeronave.
Algunas fuentes, afirman que en ese
aparato viajaron las nietas del señor Rector. Otras voces, presumen que los
pasajeros eran Etienne Pérez del Río, su consorte y amigos de ellos.
Todos, miembros prominentes del
prestigiado Club Campestre.
El aparato fue adquirido por la UAT,
presumiblemente para facilitar el trabajo del Rector en asuntos de la academia.
Que se sepa, hasta el momento ese
bien público sólo ha sido dispuesto por los rectores, sus familias y sus muy
cercanos amigos. (Otro elemento sospechosista del uso del patrimonio
universitario, es que ese medio de transporte es suministrado a altos
funcionarios del gobierno estatal.
No han faltado alcaldes que han
volado a diferentes partes del país. Enrique Etienne, está en la lista de los
servidores públicos de Tamaulipas indagado por la PGR. Tiene mucho qué
informar.
No sólo el uso indebido de los
aviones.
Falta explicar, a la comunidad
universitaria, el paradero del fondo de pensiones que heredó la UAT del
rectorado de Humberto Filizola Haces: 6 mil 400 millones de pesos.
Seguramente dirá Etienne, de esa
suma, ya entrado en temas de aeronáutica: “Volaron…”
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