Polvorín
José Ángel Solorio
Martínez
Tarde fría.
El viento helado, resbalaba silencioso sobre los
abrigos de los asistentes.
Manos en los
bolsillos, menos de dos centenares de priistas –acaso media docena con relevancia:
se notaron más las ausencias, que las presencias- en la explanada del bunker
del CDE del PRI tamaulipeco, presenciaban el registro del candidato a convertirse en dirigente de ese, cada vez más debilitado
partido.
Papeleo para oficializar la
candidatura.
Los responsables de recibir la
documentación, a tono con el aspirante: militancia de poca monta.
Discurso frío.
Más justificaciones que propuestas.
Explica que son pocos los convocados,
porque es el registro; y no es momento de mostrar el músculo.
Alegato, viejo y frío.
Viejo, por lo trillado.
Frío, porque caía en un auditorio
desencantado. (Sólo una grupo muy focalizado de 10 o 12 gentes, desquitaron su
salario con frenéticos aplausos).
Más egidista que Egidio y más ingenuo
que el más ingenuo, proclamaba: “En Tamaulipas sólo hay un
grupo: el de Egidio Torre Cantú”.
Al final, su respuesta a la Prensa
que se convirtió en la nota del evento: -¿Qué opina
del caso Yarrington?..
Amigo del ex gobernador y gran parte
de su carrera hecha a la sombra del perseguido por la Justicia norteamericana,
el candidato Rafael González Benavides externó su juicio. (A pesar de que los fiscales
gringos ya lanzaron órdenes de aprehensión contra su antiguo Jefe).
“Hay que esperar”, dijo. Y luego,
como ex Magistrado y hombre de Leyes, externó que todavía falta el proceso que
se le seguirá a su ex protector.
O sea: olvidó que el CEN de su partido
lo tiene expulsado y que los abogados del gobierno de USA lo traen de la cola.
Nomás eso nos faltaba: que en el
futuro, Tamaulipas tenga un líder del PRI requerido por la Justicia gringa….
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