domingo, 8 de diciembre de 2013

Caudillización: el futuro inmediato…

El Fogon
José Angel Solorio Martínez 
    El Tamaulipas contemporáneo, es tierra de caudillos cívicos. Hombres cuya mayor divisa ha sido su carisma. (Max Weber considera el carisma como una forma de dominación y gracia que sólo poseen hombres excepcionales o especiales). Pichi Sampedro –pionero de la alternancia municipal en la entidad-, Carlos Enrique Cantú Rosas, Jorge Cárdenas González, Juan Antonio Guajardo Anzaldúa, Gustavo Cárdenas y recientemente Francisco García Cabeza de Vaca han puesto su sello al escenario politico regional derrotando al PRI y gobernando en sus respectivas ínsulas.
          (Tanto Cantú Rosas junior, como Leticia Salazar, están en proceso de caudillización...)
          ¿Qué futuro tiene en el estado ese recurrente fenómeno sociopolítico?
          ¿Estará presente en el turbulento escenario de la sucesión gubernamental?..
          Comparto las conclusiones de un texto, escrito hace años:
1. Los caudillos cívicos tamaulipecos, son entidades de autoridad que surgen apuntalados por el carisma en sociedades donde existen o afloran fallas estructurales en la red de poder. Esto supone: partidos frágiles, partido mayoritario con insalvables contradicciones en el municipio, estructura corporativa endeble e imposición de candidatos –hasta hoy esta última circunstancia obedece sólo al PRI-. La energía social se aferra a personalidades cívicas que percibe como especiales –en el más estricto apego al concepto weberiano- y con mágicos poderes como para construir paraísos sociales y políticos en la tierra.
2. En concordancia con lo anterior, los caudillos cívicos y su carisma superan las debilidades estructurales de los partidos y emergen como un factor que los aplasta. Por ello es común ver a las organizaciones políticas ir a remolque de los caudillos, cuando por lo general un partido político (como que es una estructura social) inicialmente soporta e impulsa a esos nuevos actores. De esto se colige, el enorme daño que estos fenómenos sociales le han hecho al sistema de partidos en Tamaulipas.
3. Estos liderazgos con verticales y cerrados. Al menos en Tamaulipas este tipo de personajes actúan bajo esas prácticas. Son unipersonales en su forma de conducir sus proyectos, y son patrimonialistas en su estilo de administrar los Ayuntamientos. Son cerrados, bajo la idea de que son incapaces de realizar alianzas duraderas, de largo plazo, con otros factores; sus familiares son sus más confiables aliados. O al menos eso es lo que han enseñado los caudillos como Fernando Sampedro, Carlos Enrique Cantú Rosas, Jorge Cárdenas, Juan Antonio Guajardo Anzaldúa, Gustavo Cárdenas y Francisco García Cabeza de Vaca.
4. La naturaleza de su liderazgo, les ha impedido estructurar alianzas con factores semejantes y proporcionar amplitud a sus proyectos. Esta manifiesta debilidad, les ha impedido disputar con posibilidades cargos de autoridad más allá de sus respectivos terruños. Su empecinada política aldeana, es su mayor pecado; y en ello llevan su penitencia.
5. En sus parcelas cuentan con una amplia base social que sólo sus errores son capaces de erosionar. Nunca un caudillo cívico ha sido derrotado por políticas de desprestigio o por campañas mediáticas. El carisma es una virtud –representación, diría Mauricio Duverger– que han construido las masas y no se arranca del imaginario colectivo de la noche a la mañana por muy poderosos que sean los medios y los líderes de opinión que lo intentan remover. Casi todos, han sido sepultados por la propia naturaleza de su liderazgo y las pifias que ello les acarrea. Son memorables las campañas de medios lanzadas contra Gustavo, contra Jorge, contra Guajardo y recientemente contra Cabeza de Vaca. Los resultados han sido, en su mayoría contraproducentes. Su principal enemigo ha sido –y al parecer lo seguirá siendo- la peculiar forma de utilizar su carisma.
6. En tanto las fallas estructurales que se dan con recurrencia en los municipios tamaulipecos –ya señaladas- no se reproduzcan a nivel estatal, se avizora con cierta complicación la emergencia de caudillos cívicos con posibilidades de alcanzar el gobierno del estado.
          ¿Qué tanto tiempo habremos de esperar para ver una crisis estructural en Tamaulipas?
          Eso no lo puede responder, ni la sociología ni la historia.
          Lo que si se puede afirmar, es que cuando eso ocurra, habremos de prepararnos para una contienda electoral por el gobierno del estado, tan interesante y competida como no se ha visto desde aquel lejano año de 1932 en que Emilio Portes Gil enfrentó a Plutarco Elías Calles y a la musculosa maquinaria llamada Partido Nacional Revolucionario.

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