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Jose Angel Solorio Martinez |
Mensaje a
Osorio Chong…
El cinismo y la
desfachatez, con que ha tratado a los tamaulipecos el Secretario de
Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, hace hoy de sus visitas, un escupitajo
en el rostro de los miles de priistas que consideran los traicionó el pasado 5
de junio; es un cachetada, para los miles y miles de víctimas de la violencia
prohijada por la inseguridad; un puñetazo, en la boca del estómago, para los
miles de ciudadanos que han sufrido daños en sus bienes y en sus vidas, por el
escenario de guerra que los gobiernos federales nos han obligado enfrentar
inermes e indefensos.
La presencia del también jefe del
Gabinete de Seguridad, es una ofensa para los tamaulipecos.
Por una razón inobjetable: todos, -y
no es retórica- todos, hemos sido golpeados de una u otra forma por la
inseguridad y sus impactos.
Cada visita del Secretario de
Gobernación, es un cólico para quienes escuchamos sus compromisos –que sabemos,
no va a cumplir- en un tono que quiere ser de estadista o al menos como la
envestidura de precandidato presidencial le exige.
En lugar de provocar confianza, los
rollos de Osorio Chong producen náusea, rabia, impotencia.
Todo junto, sin eufemismos, sería el
encabronamiento hasta la coronilla.
¿Qué explicación puede ofrecer a las
miles de viudas y miles huérfanos de la comarca que perdieron a sus seres
queridos en una estúpida confrontación que se ha alargado por una década?..
Qué planes puede traer si ya se han
ahogado todos en los ríos de saliva que ha vertido casi al pié de las tumbas de
los sacrificados –de uno y otro bando beligerante, incluyendo las víctimas
colaterales-.
Ya nadie le cree a Osorio Chong.
Nadie.
Sólo el gobierno del estado, por
institucionalidad, lo recibe con honores y con respeto. La opinión pública
tamaulipeca, lo visualiza como un gárrulo de la política; como un espécimen del
viejo régimen que se debe reemplazar; como un sujeto, político deleznable y
repugnante; como un ente político sin ética y sin compromiso social.
Pero sobre todo, se le percibe como
un actor de la república, que por omisión o comisión, dejó en la indefensión a
los buenos ciudadanos de la entidad.
Pocas veces, el ánimo social se ha
visto tan alicaído –estoy seguro que ni en la revolución de 1910-1917, se
extendió tanto en Tamaulipas-, como en los tiempos que corren.
Bajo esas consideraciones, me gustaría
decirle a Miguel Ángel Osorio
Chong como parte que soy de toda esa
urdimbre de dolor y de agobio:
-Usted, no es bienvenido a
Tamaulipas…
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