martes, 18 de agosto de 2015

QUECOSAHEDRO

"Todas las batallas en la vida sirven para enseñarnos algo, inclusive aquellas que perdemos"— Paulo Coelho

Lidia Rita Bonilla Delgado

QUECOSAHEDRO
Una vez más,  como cada tres años que se presenta la renovación de los gobiernos municipales y las diputaciones locales, se despiertan las ambiciones y las pasiones en los diferentes organismos políticos, la mayoría lamentablemente electoreros, pues surgen solamente con la efervescencia que trae consigo la búsqueda de posicionarse para lograr colarse dentro del presupuesto municipal o estatal. El resto del año,  ellos, los militantes de los diferentes  partidos, difícilmente se ven en la palestra política, ya sea abanderando las causas populares o encabezando alguna acción socialo clamor ciudadano; se escuchan o miran, salvo, cuando hay pugnas internas  donde se  pelean“el hueso” del incipiente liderazgo.
            Hay, igual  otros organismos que están cautivos de una cofradía o de un solo individuo que lo detenta como franquicia para su muy personal beneficio,  sin dejar que haya una representatividad plural.
            Pero bueno, el caso que nos ocupa ahora es el del reiteradamente perdidoso aspirante a la alcaldía por el albiazul.  Partido político que si bien cuenta con un buen porcentaje de simpatizantes en el municipio altamirense,  su membrecía es raquítica, muy raquítica,  apenas sobrepasan los 200 militantes  quienes por cierto  no logran ponerse de acuerdo casi nunca, ya que  siempre hay pugnas por quienes lo tienen cautivo y pretenden siempre llevar agua a su molino “abanderándolo”  como candidatos.
            Y es que,  de nuevo levanto la mano  ya Jesús Zeferino Lee Rodríguez,  quien espera  quizás, que  ahora si le toque  la buena suerte y que se cumpla el estigma de “la tercera es la vencida”, lo cual realmente  estaría muy lejos de suceder; pues si bien es cierto, ha sido postulado en dos ocasiones seguidas  para ostentarse como candidato a la alcaldía, poco o nada ha hecho para trascender después de perder, sino que se ha refugiado a rumiar su frustración  y ocasionalmente a chambear pegado a la ubre presupuestal en un cargo de nimia trascendencia, en donde paso de noche, pues no dejo huella.
            De la misma manera,  el susodicho pretenso de la candidatura por la alcaldía,   ha pretendido también ocupar una curul y ser  diputado local, pero igual, tampoco ha logrado obtener triunfo alguno.  Y difícilmente lograra alcanzar  posicionarse en el ánimo de la ciudadanía.
            En el 2001  cuando busco por primera ocasión la alcaldía, fue si acaso, el momento más idóneo para que él, Tino Lee, alcanzara el objetivo; nadie lo conocía, y aún estaba fresco el triunfo  de Fox, el polémico presidente de las botas de piel de víbora;  solo que el candidato a vencer era un hueso duro de roer: Juan Genaro de la Portilla Narváez, quien ya había hecho historia y regalado terrenos a más de un centenar de gentes que junto con sus familias agradecían y bendecían al priista que los beneficio con un patrimonio. Después de su derrota,  como can apaleado se perdió del horizonte para surgir tres años después, nuevamente pugnando por, ahora si ganar la alcaldía,  fallando nuevamente su estrategia, más bien su falta de estrategia,  pues se dejó envolver y apabullar por militantes tricolores que integro a su campaña pensando cándidamente que iban a apoyarlo. ¡Iluso!, por segunda ocasión mordió el polvo de la derrota, aflorando el rencor y la frustración que se refleja cada vez más en sus pretensiones de ser él y solamente el, el adalid que abandere a Acción Nacional, ¡pobre PAN!

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