El
Fogón
José Ángel Solorio Martínez
La explosión de inseguridad en Reynosa, Victoria y Tampico
propinó un vuelco al escenario sociopolítico de esas microrregiones. Pepe Elías
Leal, Alejandro Etienne Llano y Gustavo Torres Salinas respectivos alcaldes de
esas ciudades, han visto mermados sus liderazgos ante la incapacidad de ponerse
al frente de las corrientes de opinión prohijadas
por esas aterradoras circunstancias.
Esas comunidades, no exigen a esos jefes edilicios
enfrentar –jamás ha cruzado tal idea por la mente del ciudadano común- el
complejo problema de la inseguridad pública. Se conoce de antemano, que ese
fenómeno los ha rebasado y los ha arrinconado a ser autoridades de piedra. Lo
que la ciudadanía demanda, es que sus representantes tengan la mínima atención
de mantener informada a una inerme sociedad que lo que más apreciaría en una
situación de riesgo es saber las coordenadas en donde está ocurriendo el suceso
para salvaguardar a los más desprotegidos –niños y ancianos-.
Ni eso, han podido hacer Pepe Elías, Etienne y Gustavo.
(La administración municipal que encabezó Oscar Luebbert
Gutiérrez, articuló un programa de información para alertar a la ciudadanía
sobre situaciones riesgosas. En mucho, eso evitó tragedias mayores. Y la
alcaldesa de Matamoros, Leticia Salazar en una actitud acremente criticada por
los gobiernos estatal y federal, maneja en su cuenta de Twitter sin ambages la
dirección en donde la inseguridad estalla en la ciudad con potencial
contingencia para los ciudadanos).
Pepe, Etienne y Gustavo han olvidado que fueron electos
para representar a los miembros de sus comunidades y que lo último que éstas
esperan, es ser abandonadas a su suerte. El uso de las redes sociales como
sucedáneo de información oficial, es una fehaciente prueba de la ausencia de
esas autoridades municipales; es una palpable evidencia, de que esos alcaldes
han desaparecido como dirigentes y representantes de esas populosas e
influyentes regiones.
Los acontecimientos en el lienzo charro de Reynosa y en
la rivera de la laguna del Chairel de Tampico, no sólo reflejan el ánimo social
que priva en esos lugares. (El 30 de abril se desarrollaron eventos para
festejar el Día del Niño y finalizaron con resultados deplorables ante la
evidente psicosis de esas comunidades. Sólo la suerte, impidió que los
aterrorizados asistentes lastimaran a los más vulnerables). Evidenciaron
también, una censurable irresponsabilidad de las autoridades que en medio de un
paisaje de confrontación actúan como si existieran apacibles entornos.
La expresión ciudadana en redes sociales, han sido
particularmente enérgica con esa tercia de alcaldes. No es una invención
afirmar que Pepe, Etienne y Gustavo, perdieron en estas tres semanas de crisis
social lo poco que habían avanzado en sus seis meses de gobierno.
Los tres, se vieron carentes de sensibilidad.
Los tres, mostraron su verdadera dimensión de políticos.
Lo más grave no es que hayan fallado con los canales de
información -¿Acaso no tienen a su mando una estructura de comunicación
social?-. Lo más delicado, es que intenten utilizar esas áreas de gobierno para
tratar de convencer a la ciudadanía de que
“no pasa nada”.
Por la naturaleza de su cargo, -es la autoridad más
cercana a la gente y la directa responsable de garantizar los servicios
públicos, entre ellos la seguridad pública- los tres presidentes están en medio
de la refriega. De una u otra forma, también son víctimas de la violencia. Sus
carreras políticas, están a la baja. Sus consensos, están lastimados. Muy pocos
de sus conciudadanos, los ven en un futuro inmediato en responsabilidades
superiores ante el colapso de su capacidad de conducción.
¿Quién puede confiar en una autoridad que es incapaz para
responder en circunstancias sociales extremas?..
¿Qué tipo de liderazgo se puede construir, cuando en
momentos de incertidumbre social los representantes del gobierno se ausentan?..
¿Con qué argumento podrían solicitar el apoyo ciudadano
en los meses por venir?..
Pepe, Etienne y Gustavo tuvieron su oportunidad.
La están dejando ir…
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