Con afecto
para Luis Arturo. El único priista confeso de aquella redacción del Expreso.
Me llamó Víctor Contreras a su oficina. Subí
al segundo piso. Estaba Víctor sentado en la poltrona de Director del Expreso
de Ciudad Victoria. Era ya un exitoso e influyente medio. Tendría algunos tres
años en el mercado y era un referente obligado por su pulcra y novedosa línea
editorial.
-¡Maestro!-, me dijo.
-¡Maestro!-, me dijo.
Amable, con la suavidad que siempre le ha caracterizado añadió:
“Pásale mi hermano…”
“Te quiero encargar a un amigo. Se llama Juan Rafael Osorio. Le dicen el
Cacho. Es alcalde de González…”
Ocupaba yo la Jefatura de redacción o de información del pujante diario.
Por necesidades del cargo, tenía que cerrar la edición antes de ir a
dormir. A las 3 o 4 de la mañana apenas estaba concluyendo.
La charla se desarrollaba a las 8 de la mañana.
Con más ganas de dormir que de escuchar más carga de trabajo, le dije:
-Muy bien…
Contreras salió de la oficina a cumplir un compromiso.
Yo regresé a la redacción.
Escribí mi columna Viraje.
Putiza al Chacho.
Lo menos: el Atila del Sur.
(Realmente eso era lo que se decía del Cacho en el pueblo: mal alcalde,
mal político y peor administrador).
Al otro día –publicado el texto-, con la resaca a cuestas llamó por
teléfono al periódico el Coyote.
“! Pinche Solorio! Te dije que te lo
encargaba, no que lo madrearas…”
Le repliqué desde mi obligado insomnio:
-¡Cabrón, si era un boletín lo que querías…se lo hubieras encargado a
Luis Arturo!-
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