Polvorín
José Ángel Solorio Martínez
El gobernador Egidio
Torre Cantú, insiste en desmantelar al PRI tamaulipeco. El Comité Directivo
Estatal, dirigido por Rafael González Benavides no tiene liquidez; lo que se ha
traducido, en una parálisis estructural partidista que amenaza con desaparecer
a ese instituto político del escenario regional.
La crisis del priismo, se ha
extendido a los Comités Directivos Municipales.
El CDM de Nuevo Laredo, no tiene
energía eléctrica por la obscena razón de no contar con fondos para sufragar el
servicio.
El CDM de Matamoros, no ha recibido
el apoyo ofrecido por el gobernador a su líder Víctor García. Hoy se infiere,
que la promesa fue un señuelo para que el inocente priista aceptara el cargo.
En Miguel Alemán, el PRI municipal
es un fantasma.
En Río Bravo, se ve anémico y
enfermo.
La frontera posee un tricolor,
entrado en depresión poselectoral.
(Acaso Reynosa sea la excepción:
acaba de inaugurar un edificio y sus operadores están que saltan de gusto por
el trato de su nuevo dirigente
Heberardo González).
Sólo el PRI de Ciudad Victoria –a
cuyo frente pusieron a Carlos el Aguacate Morris- tiene la dicha del recurso;
hasta la saciedad, incluso hasta el dispendio.
(Algo tendrá que ver que el
Aguacate Morris es sobrino del gobernador Torre Cantú. El inexperto dirigente,
tiene recursos a pasto.).
Los dirigentes de aquellos
olvidados PRI, han dejado de preocuparse.
Si el CDE de González Benavides y
Torre Cantú fingen que les paga; ellos, simulan como que trabajan: se han
tirado a la hamaca, esperando que la mano financiera del partido del gobierno
tenga la bondad de refaccionarlos.
El institucional de Nuevo Laredo,
es una metáfora:
El PRI se mueve en la oscuridad,
por efectos de la pichicatez y la precariedad…
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