POLVORIN
JOSE ANGEL SOLORIO MARTINEZ
El
síndrome del candidato se ha extendido. Aún y cuando los tiempos electorales
están relativamente distantes, varios políticos tamaulipecos actúan y operan
con rostros y máscaras de aspirantes.
El más desatado: Alejandro Etienne Llano,
alcalde de Ciudad Victoria, Tamaulipas.
Diariamente recorre colonias saludando
de mano a menesterosos, lideresas de colonos, niños afectados por el dengue,
ancianos que estiran la mano para recibir alguna moneda, choferes de peseras y
discapacitados.
De pronto, brotó en él -un prominente
miembro de las rancias élites capitalinas- el amor por los desposeídos.
Casi, casi: la Madre Teresa de
Calcuta del PRI victorense.
Es presidente municipal, pero tiene
ínfulas de candidato a gobernador. La alcaldía, dicen sus promotores, le quedó
chica.
Su capacidad, talento y carisma –remachan sus patrocinadores- han sido
probados en la contienda donde ganó la presidencia municipal por lo cual el
gobernador ya lo enlistó en el certamen para elegir a su sucesor.
Tan sobrado anda, que cortó toda
comunicación con los miembros del gabinete estatal por considerar que no tienen
peso político suficiente como para hablar con él.
Mala estrategia.
Por hoy, a Etienne…
…su
inexperiencialo
detiene.
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