Tiempos de Guerra
Feliciano Rangel
Montoya
17/09/2013
Para el 1993 la
efervescencia política seguía en aumento, después de la insurrección zapatista;
los magnicidios de Colosio y Ruiz Massiu, de un final de sexenio catastrófico,
llega vía fas track a la candidatura y por ser el único que tenía oportunidad
de ungirse en ese momento.
Con Ernesto Zedillo, el presidente en
turno, Carlos Salinas, estaba contra la espada y la pared, no le quedaba otra y
lo puso como candidato en sustitución del mal logrado Colosio.
De inicio el famoso error de
diciembre, que después desemboco en el FOBAPROA, deuda que Zedillo, nunca pudo
quitarse la sombra de este quebrando económico, y que fue su cruz durante su
mandato.
Pero al parecer eso no fue lo más
grave en el sexenio zedillista, por primera vez en la historia el PRI, pierde
la mayoría en el congreso de la unión, y el priismo ahora era oposición en las
cámaras alta y baja.
Desde ahí Ernesto Zedillo comienza un
viacrucis que lo llevaría a remar contra corriente, a hacer cosas
extraordinarias, y a recibir la crítica severa y dura de sus compañeros de partido.
Antes de salir, no permitió que en
ese momento el candidato mejor posicionado que era Roberto Madrazo, fuera
candidato del PRI, y a toda costa hizo
pagar sus afrentas al tabasqueño.
En su lugar llego un desgastado
Francisco Labastida Ochoa; quien a pesar de su experiencia política no era ni
de chiste la mejor opción del priismo.
Pero nada cambio, Ernesto Zedillo,
dicen los priistas entrego el poder a su acérrimo rival el PAN, y eso nadie se
lo perdona, en la caída el estadista mexicano era reconocido en el extranjero
como un demócrata y como uno de los líderes mundiales más reconocidos, pero eso
era en el extranjero, aquí sus paisano y compañeros de partido de traidor nunca
lo bajaron.
Así fue su salida, como traidor a los
principios revolucionarios del priismo, y ese hecho hasta la fecha nadie se lo
ha quitado de encima, así fue su salida y así es recordado.
De aquello y lo demás…
Nadie en su sano juicio decía que
Tamaulipas se pintaría de tricolor, para muchos las cosas estaban mal, al final
se ganaron 35 de 43 alcaldías “haiga sido, como haiga sido” y de paso también
la mayoría en el congreso local.
Ahora viene lo bueno, os liderazgos
regionales empezaran a brotar de una u otros forma, la geografía política
tamaulipeca empezó a cambiar, y se quiera o no se voltea a ver horizontes
inimaginables hace apenas unos meses.
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