Obispo: Antonio Gonzalez Sanchez |
Reflexión Dominical
Por: Obispo Antonio González Sánchez
Fecha: 2013-08-03
Vuelvo a recordar el creyente
católico debe centrar su vida en Cristo. El Bautismo los ha introducido en una
nueva manera de vivir la vida en este mundo. Pero la fe en Cristo no es
solamente una palabra, ni un tradición, ni una costumbre. Sino que debe llevar
a vivir como Cristo lo pide.
En el texto del Evangelio de este
domingo, Lc 12, 13 – 21, pareciera que Jesús pide que los cristianos desprecien
los bienes materiales. Sin embargo, no se pide que no se haga uso de los bienes
terrenales, sino que no se pongan el ellos el corazón.
En diferentes pasajes del Evangelio
se acercan las personas a Jesús a pedirle un milagro: “Señor, si quieres puedes
curarme”, suplica un leproso. “Maestro, Maestro, nos hundimos” le gritan los
discípulos en medio de una tempestad; “Maestro, por favor haz algo por este
hijo mío” le insistía un padre afligido.
En el texto de este domingo
encontramos una petición que tiene que ver con el dinero y los bienes:
“Maestro, dile a mi hermanos que comparta conmigo la herencia”.
La respuesta de Jesús: “¿quién me ha
puesto como juez en la distribución de herencias?” es un rechazo a limitar en
ningún sentido su misión. Por eso de la problemática particular pasa a la
exhortación general: “Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre
no depende de la abundancia de los bienes que posea”-
Jesús, después de esta exhortación
narra una parábola, de un hombre rico que obtuvo una gran cosecha. Esta
parábola muestra una propuesta invitando a otra riqueza, la de ser “rico de lo
que vale ante Dios”.
Como siempre la Palabra de Dios
escrita en la Biblia, y de manera especial en el Evangelio no se deben escuchar
igual que se escucha un libro de historia, sino que son palabras siempre
actuales, y deben hacer reflexionar a los creyentes en cómo están llevando su
vida. Esta Palabra dominical se debe ver como una invitación a abrir el horizonte
hacia Dios. Con el convencimiento que sólo él da sentido a la existencia de la
persona. Se debe dirigir la mirada hacia él para alabarlo.
Jesús dice, por medio, de una
parábola que no se debe poner el corazón en las realidades terrenas, particularmente
en el dinero, pues no es un valor absoluto. El creyente debe aprender a
revestirse de Cristo con las obras, se deben buscar “las cosas de arriba”.
Es cierto que el Evangelio no dice
concretamente cómo se adquiere la riqueza ante Dios, ni cuáles son los bienes
de allá arriba, pero se puede deducir que se trata de hacer realidad el mandato
del amor de Jesús. Esto se hace dedicando tiempo a la familia, atendiendo a
alguna persona necesitada, sea con dinero o dedicándole tiempo, perdonando alguna
ofensa, tratando de no ofender a nadie sobre todo evitando hablar mal de los
demás.
Ya lo dice el Papa Francisco en su
Primera Encíclica: “Para la fe, Cristo no sólo es aquél en quien creemos, la
manifestación máxima del amor de Dios, sino también aquél con quien nos unimos
para poder creer. La fe no sólo mira a Jesús, sino que mira desde el punto de
vista de Jesús, con sus ojos: es una participación en su modo de ver”.
Se puede orar con las palabras de la
oración de la misa dominical: “Señor, tú que eres nuestro creador y quien
amorosamente dispone toda nuestra vida, renuévanos conforme a la imagen de tu
Hijo y ayúdanos a conservar siempre tu gracia”.
Que el
amor y la paz del buen Padre Dios permanezca siempre con ustedes.
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