Maestro: Luis Pazos |
El Secretario del Trabajo
anunció un proyecto de seguro de desempleo, el que de materializarse generará
más corrupción, burocracia y desempleo, como sucedió en España, Grecia y en
otras partes donde se ha aplicado. Instaurar un seguro de desempleo va en
contra corriente a las reformas estructurales y al aumento de la productividad.
En un país donde el 64% de
los trabajadores son informales, implica un enorme problema documentar quién
está desempleado y quién no. Pareciera que el seguro de desempleo es una moneda
de cambio a los grandes sindicatos para que apoyen las reformas estructurales,
las que de poco servirán si para pasarlas se aprueban otras medidas que anulan
en parte los beneficios que pueden traer consigo.
Una de las causas de los
grandes déficits presupuestales en España es el enorme desempleo, al que abona
el seguro de desempleo, igual que en Grecia. En los Estados Unidos cada día
acotan más el seguro de desempleo, aunque todavía hay economistas neokeynesianos
y empresarios que están de acuerdo con ese seguro, pues según ellos mantiene un
nivel de gasto que impide menores crecimientos económicos. La falsedad de esas
teorías las dejó claro la recesión en varios países de Europa, donde esa
política más que mantener un nivel de crecimiento generó gastos insostenibles
que al frenarse produjeron la recesión (ver los nefastos efectos del seguro de
desempleo en las páginas 30 y siguientes del libro Reformas Estructurales).
En México no se requiere un
seguro de desempleo, sino más empleos, para lo cual es necesario mayores
niveles de inversión, que se verán reducidos al destinar recursos a organizar
la burocracia para dispersar y entregar el seguro de desempleo. Un seguro de
desempleo aumenta los índices de desempleo y baja la productividad, pero si hay
un compromiso con el corporativismo de implantarlo, caeremos en el baile de un
paso pa’delante y dos para atrás.
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