jueves, 3 de agosto de 2017

Polvorín

Jose Angel
Solorio Martinez
Voy con el Guasón…
          
          Los súper héroes, son entes míticos por lo fantásticos. Son representantes del bien, y de los valores más sublimes de la sociedad posmoderna. No pecan, no transgreden los principios dominantes de la época y de la comunidad de su tiempo, y son defensores de los principios bienhechores de la Justicia y la Libertad.
          (Nacidos en USA, los superhéroes más conspicuos, son liberales. Por razón tal, ninguno adquiere tintes de luchador por la Igualdad, que es un principio universal de la Izquierda).
         Para agigantar sus virtudes, a los súper héroes, se les hace acompañar de un elemento antitético. Es claro el uso de ese elemento: hay que construir el mal para que el bien pueda desplegar sus bondades y su ontología.
          El caso de Batman, es emblemático en el tema de los dioses de la posmodernidad.
       Debo decirlo: no comulgo con el Hombre Murciélago.
          Para nada.
          Me parece patética y lamentable su figura sombría. Su traje, es un remedo de músculos para engrandecer a un sujeto alfeñiquesco cuyos deportes que practicó en su exquisita vida fueron las canicas, las comiditas y los encantados.
          El Batimóvil, es un carrazo.
          Justo al tamaño del ego de su conductor.
         Su personalidad, su mentalidad, es la de un decadente pequeño burgués. No combate el crimen con una aspiración justiciera; más bien, aniquila a la delincuencia con un evidente y avieso deseo de venganza.
          E ahí su perversión: nadie que busque venganza, puede presumir de un deseo incuestionable y generoso de hacer Justicia.
         El Guasón, es la representación contraria de Batman. En todos los sentidos.           
          A contrapelo del murciélago, el vestuario del hombre de la sonrisa eterna, es colorido, alegre, festivo. Y su gigantesca sonrisa –generada por un chorro de ácido- parece ser su visión ante la vida que le tocó sufrir y la muerte que algún día lo alcanzará.
          La sonrisa del Guasón es resiliencia. Es la adaptación del carácter y del temple, de alguien que tiene que remontar la adversidad, solo y su alma. Es el triunfo del temperamento, sobre el drama; es la galvanización del espíritu, ante los desafíos de una vida que a diario nos recuerda que “no es fácil”.
          La maldad de Guasón no va contra los desposeídos. Más bien, va dirigida hacia las élites de la cual Batman felizmente forma parte. La mofa, es el arma y la munición de este antihéroe contra sus pecaminosos adversarios; no acribilla, no incendia, no lacera.
          La ironía y el sarcasmo, son sus utensilios para combatir a quienes lo odian por ser permanente y evidentemente feliz.
          En esencia, es un rebelde que se propone subvertir el orden, para burlar a sus conciudadanos y ridiculizar a Batman.
         Por eso, y por muchas cosas más, voy con el Guasón

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