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Oscar Diaz Salazar |
Por la Calzada Tamatán, en
Ciudad Victoria, existe un edificio que aun se conoce como "La
Secude", que es el acrónimo de Secretaría de Educación Cultura y Deporte,
primer nombre de la entidad encargada de los servicios educativos, dependiente
del gobierno del estado y creada tras el proceso de descentralización de la
Secretaría de Educación Pública del gobierno federal.
Si por alguna razón usted visita la
"Secude", podrá observar un edificio "tipo" de los que construyó
el Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas
(CAPFCE), institución que se encargó de edificar la infraestructura de las
escuelas públicas, aunque ya también fue desconcentrada y hoy solo es rectora
de una tarea que realizan los gobiernos locales, tanto estatales como
municipales.
La primera impresión que un visitante
tiene de la Secude, es de abandono, de poca funcionalidad, de mal gusto, de
fealdad en un recinto en el que se buscó la utilidad antes que la estética, sin
obtener ni la uno ni lo otro.
En la fachada principal del edificio
de dos plantas, en ese bloque de concreto y vidrio, observamos los restos de lo
que en algún tiempo fueron murales alusivos a.... Están tan deteriorados por la
exposición a los elementos naturales, -sol, agua, lluvia, viento-, que resultan
ilegibles y hoy solo parece una de esas bardas en las que se acumulan los
vestigios de rótulos de campañas políticas, anuncios comerciales, invitación a
la ferias de pueblo y bailes populares, en una amalgama de leyendas empalmadas
sobre una superficie descascarada.
La imagen de la Secude en Tamatán, es
el reflejo de lo que ocurre en el interior, en donde se cuentan por miles las
historias de maltratos abusos, trafiques, injusticias etc., etc.
Pero regresando con el tema de esta
columna, que es la imagen que nos ofrece la fachada de la Secude, les quiero
compartir algunas reflexiones:
No basta con buenas
intenciones. Los murales no debieron pintarse en ese sitio expuesto a los
elementos naturales y sin contar con la mínima protección.
Si se hicieron en esas condiciones,
se tenia conciencia de que su vida útil sería muy limitada y por lo tanto
debieron ser "tapados" con otra capa de pintura en cuanto fue
evidente su daño.
Si con todos esos
"asegunes" resulta que los murales tienen un alto valor estético, artístico,
sentimental o de cualquier naturaleza, y por lo tanto que sea necesario
restaurarlo, pues entonces las autoridades han sido irresponsables por omisión,
al no proceder a su rehabilitación.
Por el daño tan grande que se observa
en estos murales, considero que es urgente solicitar un peritaje al Instituto
Nacional de Bellas Artes para determinar si es viable su rescate o para
cubrirlos con pintura.
Las inercias, la mala planeación, el
deterioro, la pésima imagen, la mala calidad, el abandono y la indolencia que
explican la horrible fachada de la Secude, las encontramos también en las
tareas que se realizan en ese recinto que hoy les describo.
Esperemos que los encargados de la
educación en Tamaulipas se ocupen en el arreglo de su "casa", y por
supuesto que se apliquen en la tarea sustantiva de educar bien a las nuevas
generaciones.
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