Luis Alberto Pazos de la Torre |
Triunfos del PRI,
¿fraudulentos?
“Tan grave es que el PRI cometa
fraudes en las elecciones como que la mayoría de ciudadanos crea que las
elecciones son fraudulentas”, le escuché decir a un analista político el siglo
pasado. La alternancia en la Presidencia en la primera década del siglo XXI y
el triunfo de la oposición en varios estados, parecía dejar en el pasado esa
“creencia”, pero los dudosos triunfos del PRI en el Estado de México y en
Coahuila parecen regresar al panorama electoral del pasado.
Las elecciones en
esos estados fueron supervisadas por organismos electorales estatales donde,
como en el caso de Coahuila, varios de sus consejeros son activistas del PRI, como lo muestran
fotos de la anterior elección. Las irregularidades fueron denunciadas,
publicadas por la prensa, pero menospreciadas por las autoridades estatales.
Los consejeros del costoso INE, en
lugar de atraer esas elecciones a nivel federal, dijeron que esperaban pruebas,
sin investigar ni tomar un papel activo ante el dudoso triunfo del PRI en ambos
estados.
El PRI le apostó a
ganar esos estados, claves para su supervivencia en el 2018, a cualquier
precio. Y, como en el siglo XX, partió del supuesto que en unos días se
olvidarían sus trampas. Lo importante era ganar, y al poco tiempo la
oposición dejaría de protestar y las irregularidades en las elecciones ya no
serían noticia. Sin embargo, la percepción de la mayoría de ciudadanos es que
no solo hemos retrocedido en el campo económico (ver libro EPN: EL RETROCESO) sino en el
político.
En encuestas por Twitter
(@luispazos1) pregunté si consideraban la elección del Estado de México legal y
sin fraudes o ilegal y fraudulenta. De 2 mil 690 participantes, el 85 por
ciento respondió que fue ilegal y fraudulenta. En otra encuesta, con las mismas
preguntas sobre las elecciones de Coahuila, con la participación de mil 958
personas, el 86 por ciento consideró que las elecciones en ese estado fueron
ilegales y fraudulentas.
Las “creencias” o
percepciones de que en el Estado de México y en el de Coahuila quedaron impunes
dos fraudes electorales, representan un retroceso en el ámbito democrático
electoral en el gobierno de EPN.
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