lunes, 2 de enero de 2017

El Fogón

El peón envenenado…
José Ángel Solorio Martínez
          Nuevo Laredo, Tamaulipas nos dará muchas lecciones en el 2017. La disputa del poder, continuará siendo un fenómeno social como lo ha sido siempre: lleno de sorpresas, de estupefacciones y de estupores. Desde ya, se siente en el ambiente el fantasma de la fractura.
          La administración estatal, le ha lanzado al alcalde un peón envenenado. (Es este, un concepto del ajedrez: se regala un peón con el objetivo estratégico de ganar ventajas posicionales o materiales y debilitar al contrario).
El peón tóxico, es la candidatura a la alcaldía para Rivas. La maniobra, es el intento por fracturar la alianza que por años han tenido Carlos Cantú Rosas y el alcalde Enrique Rivas Cuéllar. Son casi familia: sus padres fueron dos de los líderes históricos del parmismo nuevolaredense que empujó con más fuerza la alternancia en la ciudad.
          El distanciamiento de los hermanos, está mas cercano del que se supone. En política –ya lo dijo el sabio- tu enemigo, es quien desea lo mismo que tú, en el mismo lugar y tiempo que tú.
          Eso es lo que pasa con Carlos Enrique y Enrique Rivas.
          Ambos quieren lo mismo en el 2018.
          Por razones que son explicables Cantú Rosas fue que desplazado de la administración de los Vientos de Cambio. (Se infiere, que posicionarlo en una Secretaría vigorosa, sería como ponerlo en el camino de la Senaduría. Por eso se decidió encapsularlo en Nuevo Laredo).
          Ahora se le apuesta al rompimiento fraterno.
          Tanto se presiente la ruptura, que los aliados de ambos en corrillos comentan que Cantú Rosas puede escurrirse hacia MORENA o hacia el Partido Movimiento Ciudadano.
          ¿Qué pasaría en un escenario de fractura?..
          En principio, el perdedor sería el PAN. La defección de Cantú Rosas, puede restar entre 30 o 50 mil votos. Suficientes como para hacer perder a Acción Nacional. Para nadie es un secreto que Cantú Rosas, es el artífice de todas las alianzas que llevaron a sacar al PRI del palacio municipal nuevolaredense.
          Si opta por MORENA, Carlos Enrique cooptaría a muchos panistas y perredistas de la ciudad. (Y no me refiero solo a Jorge Valdez). Y si se polariza la lucha nacional entre PAN y MORENA, grupos priistas se sumarían a Cantú Rosas.
Incluso, la reelección de Rivas Cuéllar estaría en riesgo.
          Con Movimiento Ciudadano el ex alcalde, generaría los mismos estropicios al PAN, pero su futuro político podría ponerse en riesgo. 
          Si ese fenómeno se extiende hacia Matamoros con Leticia Salazar o Ramiro Salazar, a Reynosa con Maky Ortíz y a Tampico, el PAN tamaulipeco estará en el posible camino de pasar a ser la segunda fuerza. 
          Todavía falta para llegar al tiempo de las definiciones.
          Aún la política –el diálogo, la tolerancia y la inclusión- puede re articular lo que ya se ve con mucha nitidez.
          Sólo que la política tamaulipeca, ha sido construida con mas pasión que reflexión. Más con la víscera, que con la inteligencia. Más con las emociones, que con el talento.
          Esa puede ser la diferencia entre un camino terso y apacible en Nuevo Laredo, y otro lleno de perturbaciones y asonadas.
          La actitud electoral de la ciudadanía de Nuevo Laredo será muy relevante en los resultados del 2018 tamaulipeco.
          Lo que se debe entender es que los Vientos de Cambio, ya pasaron.
          Ahora los ciudadanos, están atentos a lo que los candidatos presidenciales les propondrán para arreglar un país que cada día se ve más destruido.
          Ese sin duda, será el detonante de la postura electoral de los tamaulipecos…

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