La presión del 2018…
Jose Angel Solorio Martínez
Junio 27/2016
La recuperación de dos de los
principales partidos nacionales (PRI y PRD), tienen que pasar por decisiones
tajantes. Los escenarios del 2018 –incluyendo el año próximo que se disputa uno
de los reductos más prolíferos de votos para toda organización política: el
estado de México- están el la ruta crítica para ambos actores.
El PRI, no puede levantarse de su
situación agónica sin saldar cuentas con el pasado. Su vínculo con una clase
política corrompida y neoliberalizada que optó por convertir la política en su
patrimonio exclusivo, su peculiar forma de gobernar que privilegió a un club de
amigos y su sociedad con el crimen organizado lo llevaron a la autodestrucción.
Ni siquiera los aciertos de PAN, son
explicación de la debacle del PRI.
Años de demolición partidaria por
parte de esas sectas políticas tricolores, terminaron por derrumbar a uno de
los actores políticos más duraderos del país.
Los
penosos pasos del PRI, ya no admiten medias tintas.
El Partido de la Revolución
Institucionalizada, quedó atrás. Su impulso a algunos de los principios
fundamentales de la revolución –educación pública, laica y gratuita, propiedad
social de la tierra, derecho a la salud y al trabajo-, quedó en girones a su
paso por el berenjenal del Neoliberalismo.
Lo dijo José López Portillo con
precisión:
-Fui el último Presidente de la
revolución…-.
Los restos del priismo, tienen ante si la
exigencia histórica de renovar su programa de acción tanto como sus siglas.
El PRI como está, no se ve con
posibilidades de llegar con oxígeno al 2018.
El priismo –es decir: su militancia, lo más
decente de sus seguidores- debe aniquilar un programa y unas siglas que estás
indisolublemente asociadas más bien a un partido de Derecha que a una
organización de centro o de izquierda progresista.
El adiós al PRI que debe irse, no puede pasar
por la indecencia. Hoy por hoy, el priismo requiere de una potente Comisión de
Honor y Justicia que ajuste cuentas con un pasado que de no liquidar lo seguirá
por siempre y lo llevará a la sepultura.
“El Partido se fortalece
depurándose…”, dijo uno de los políticos universales más renombrados.
Así es.
El PRI en desaparición, exige la
expulsión de muchos ex gobernadores y ex presidentes de la república que han
pervertido esa organización política.
Seguir –como hasta el momento- desde
la omisión, desde la perversa amnistía, será el fin del PRI, el fin del más
exitoso partido de la revolución.
El PRD, no tiene mejores augurios.
Inició como un partido opositor a las políticas neoliberales –por eso mismo
tendría que calificarse de Izquierda-. Tras una larga sangría de personajes de
la academia, de las artes, de la ciencia y de sus principales fundadores y
promotores, pasó a ser un agrupación pragmática y viscosa ideológicamente.
Se dice de Izquierda. Es más: le
disputan a MORENA ser la legítima Izquierda. Sus alianzas en la penumbra, han
sido del todo inciertas. Unas veces pactan con el PRI; otras veces, negocian
con el PAN. Acuerdos de coyuntura.
Urge al PRD, un Congreso para el
replanteamiento.
Lo que obliga a dar celeridad a las
reformas priistas y perredistas, no son las dinámicas internas. Lo que de
imprime carácter de urgencia a los cambios en el PRD y en el PRI, es la
estridente expansión de Andrés Manuel López Obrador y MORENA.
El 2018 será la prueba final para el
PRD y el PRI.
Si llegan las anheladas –por sus
respectivas militancias- adecuaciones, podrían salir del 2108 con estructuras
para reponerse.
De lo contrario: fragmentos del PRI y
del PRD se sumarán a MORENA.
Es decir: será la puntilla para los
tricolores y el amarillo.
Podría darse un escenario todavía más grotesco
que los llevaría a la auto aniquilación: la suma de las burocracias priistas y
perredistas, a la campaña presidencial del PAN en una alianza a toda costa para
frenar al lopezobradorismo.
Como se ve, el 2018 le esta poniendo
más presión al PRI y al PRD que a los otros partidos…
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