El líder de La División del Norte…
José Ángel Solorio Martínez
José Ángel Solorio Martínez
En 1968, Wayo Roux era uno de los jóvenes más populares en Reynosa,
Tamaulipas. Tenía en esa época, una
figura ósea, pelo negrísimo -lo llevaba más abajo de los hombros-, y una mirada
melancólica. Vestía como la mayoría de sus contemporáneos: pantalón de
mezclilla entubado, playera -o sweater- y mocasines. Su banda musical La
División del Norte, para ese año era ya una referencia entre la juventud fronteriza.
Gobernaba ese año, como Presidente
municipal, Rodolfo Garza Cantú.
En la Presidencia de la república, estaba Gustavo Díaz Ordaz.
Una tarde, mientras caminaba por el centro de la ciudad Roux, en compañía de uno de los elementos de su grupo -luego de una corretiza por varias cuadras- fue detenido por la policía preventiva. Su amigo, logró escabullirse.
Lo llevaron a la cárcel municipal.
En la Presidencia de la república, estaba Gustavo Díaz Ordaz.
Una tarde, mientras caminaba por el centro de la ciudad Roux, en compañía de uno de los elementos de su grupo -luego de una corretiza por varias cuadras- fue detenido por la policía preventiva. Su amigo, logró escabullirse.
Lo llevaron a la cárcel municipal.
El
motivo: el pelo largo y su vestimenta.
Miembro relevante de las familias más
prominentes de la ciudad, le sobraron abogados. Telefonazos al alcalde y al Jefe policiaco.
Peticiones de los comerciantes más poderosos de la ciudad –la familia Roux, era
propietaria de uno de los centros de diversión más importantes de la ciudad: El
Alaska-.
Hasta el hijo - Félix Garza Peña- del alcalde, acudió a la ergástula para intermediar por su amigo.
Hasta el hijo - Félix Garza Peña- del alcalde, acudió a la ergástula para intermediar por su amigo.
Nada funcionó.
Wayo salió libre, cuando el jefe de
la Policía así lo quiso.
Y como así lo quiso: rapado.
Las fuentes de la ira policial contra
lo juventud y sus costumbres, venía montada en la ola nacional de represión,
instrumentada por el régimen diazordacista centrada sobre todo contra la masa
estudiantil. En provincia, aquel encono se trasformó en el hostigamiento de
todo sujeto que pareciera estudiante, hecho que la autoridad local vinculaba
con la disidencia; y el pelo largo, era una evidencia de rebeldía que debía
ahogar.
Roux, sabía que en el fondo, la
explicación de la actitud del mando policiaco estaba más cercana. Uno de los
músicos de La División del Norte, había logrado conquistar a una mesera del
Café Rey. Varias semanas, marchó sobre ruedas esa relación. Hasta que se dio
cuenta de ella, el jefe policiaco.
No soportó la sociedad.
Y menos, el pesado lastre del
triángulo de la ignominia.
Puso vigilancia, al músico.
No pudo echarle en guante. De hecho,
la vez que lo tuvo más a la mano, fue cuando su gente detuvo a Roux. El
guitarrista, como gacela, había dejado cientos de metros atrás a los genízaros;
aunque eso sí: con el Wayo, entre sus garras.
El líder de La División del Norte, sonríe cuando cuenta esta historia.
El líder de La División del Norte, sonríe cuando cuenta esta historia.
Comenta lo penoso que es perder el
cabello en manos de la policía.
Con una mirada pícara, dio a conocer
cómo enfrentó esa vicisitud:
-¡Me puse una peluca, y en la noche
estaba tocando en El Alaska!
Y con otra mirada de un brillo de
retadora soberbia exclamó
-¡Me la pelaron!..
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