Polvorín
José
Ángel Solorio Martinez
La Universidad Autónoma de
Tamaulipas, ha consolidado sus estándares de calidad. Con una pertinaz actitud,
se ha posicionado como la vigésima octava Universidad en el concierto universitario
del país.
Acaso un de los elementos que más
impactan los parámetros cualitativos de nuestra Máxima Casa de Estudios, sean
los bajos salarios de sus catedráticos. (En las tablas de pago de todas las
universidades públicas mexicanas, la UAT navega en los cinco últimos lugares.
Un catedrático uateño de tiempo
completo, -con grado de doctor- recibe algunos 18 mil pesos al mes por su
trabajo. En más de la mitad de ese tipo de escuelas, los docentes reciben entre
30 y 50 mil pesos mensuales por su labor).
Esa actitud de cuentachiles con la
comunidad académica, impacta en la calidad de la enseñanza toda vez que los
maestros de nuestra Alma mater tienen que desplegar otras actividades para
ampliar sus ingresos que se les niega por sus habilidades y sus servicios.
Las políticas administrativas de la
institución, hacen mucho más patéticas esas relaciones contractuales con la
comunidad académica.
El salario de un jugador de
basquetbol profesional fluctúa –dependiendo de sus aptitudes- en el equipo de
Correcaminos de 5 a 15 mil dólares al mes.
Y sus contratos pueden llegar a
costar cientos de miles de dólares a la universidad. El entrenador del equipo,
un mediocre timonel de origen griego, recibe casi 30 mil dólares cada treinta
días.
¿Qué hace ganar a un anodino jugador
de baloncesto miles de dólares en tanto un académico -muchos con varios
posgrados- devenga humillantes mil 200 dólares por su digna tarea?.. ¿A dónde
puede llevar una política universitaria que privilegia actividades
insustanciales para el desarrollo de la vida académica y cultural de la UAT?..
(Los salarios de los trabajadores universitarios que operan Radio UAT, son
realmente humillantes a contrapelo de lo que se embolsan las “estrellas
deportivas”).
El monstruoso negocio con el deporte
profesional –Futbol y Basquetbol- debe llegar a su fin. No sólo ha anclado el
despegue de los estándares de calidad de la Máxima Casa de Estudios; también,
ha hecho súper millonarios a unos cuantos parásitos universitarios.
Ese, es uno de los claros indicios
de que el rector Enrique Etienne Pérez del Río tendrá un rectorado tan rapaz
como efímero…
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