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Maestro Luis Pazos |
Al cambiar Presidente en los años del PRI el
siglo pasado era frecuente que bajara el PIB, pues los inversionistas privados
frenaban las inversiones hasta conocer las reglas y tendencias del nuevo Presidente.
Al presidente Echeverría, uno de sus asesores lo convenció de que sí
quería evitar la dependencia de la inversión y gasto privado en el crecimiento,
debía convertir al gasto público en el principal factor del PIB, así el
gobierno y no los particulares, tendría el control del crecimiento.
Su Secretario de Hacienda, Hugo B. Margáin, le advirtió al Presidente
sobre los peligros de aumentar el gasto, la deuda y el déficit público. Al no
atender sus consejos el Presidente y optar por el camino de la reactivación
económica por medio del gasto, renunció Margáin.
Al siguiente año la economía creció más, gracias al mayor gasto público,
pero al tercer año de gobierno empezaron a aumentar los precios, la deuda
pública y el diferencial de inflaciones con EUA.
El último año de su gobierno se dio una devaluación como corolario de
esas políticas neo-keynesianas. El presidente López Portillo, lejos de corregir
los desequilibrios, gastó más. Manifestó que su problema era administrar la
abundancia, derivada de esperados altos precios del petróleo. La inercia de
esas políticas las pagó con mayores inflaciones y devaluaciones Miguel de la
Madrid.
El abandono de esas políticas comienza con Salinas y Zedillo y se
consolida con Fox y Calderón, primera década, desde los años 60, en que no hubo
devaluaciones abruptas ni altas inflaciones. Calderón libra la recesión
mundial, antes que Europa, sin estimular la economía con gasto y déficit.
Ante una baja de crecimiento en su primer año de gobierno, el presidente
Peña Nieto parece que retoma al gasto público como principal palanca del
crecimiento.
En 2014 se ejercerá el mayor gasto público de la historia de México.
El CIDE calcula que ese gasto incrementará el PIB en solo el 0.2%, pero
considero, que el aumento de impuestos tendrá un impacto negativo mayor en el
PIB a mediano plazo, al reducir la inversión y el gasto privado. Es fácil
calcular qué se va a hacer con un mayor gasto público, pero difícil cuantificar
qué se deja de hacer por una menor inversión y gasto privado debido al aumento
de impuestos para financiar el mayor gasto del gobierno.
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