La
incongruencia de nuestros diputados.
Martín
Díaz Salazar
3 Culturas
La urgente necesidad de mejorar la
calidad de la educación en México, el compromiso con la educación de nuestro
país, el interés del partido por elevar los niveles educativos, son los
argumentos en los que extrañamente coincidieron los legisladores (diputados
federales y senadores) de los distintos partidos políticos para aprobar una
reforma laboral que se vendió al país como una reforma educativa.
Se hicieron foros para que los maestros
contribuyeran a enriquecer las propuestas de la reforma, pero los foros solo
sirvieron para hacer creer a los maestros que serían tomados en cuenta, ya que
finalmente ninguna propuesta presentada por los mentores apareció en el
documento aprobado por los legisladores.
Casi todos los senadores y diputados
federales coincidieron en evaluar periódicamente al maestro para comprobar su
calidad como docente, pero siempre con la amenaza latente de despojarlo de su
empleo sin indemnización alguna, en caso de no estar dentro los estándares
requeridos para ejercer como maestro.
Según los argumentos ofrecidos por
diputados federales y senadores, con la nueva ley, por “decreto” la calidad
educativa será de primer mundo, y con la evaluación de los maestros
automáticamente se resolverán los problemas de la educación en el país.
Se aprobó la reforma educativa con
una actitud muy enérgica por parte de
los diputados y senadores en contra de los maestros. Sin embargo, ante la propuesta de la Reforma fiscal
presentada por el Presidente Enrique Peña Nieto, los legisladores
“comprometidos con la educación y con el país” tomarían otra actitud.
En la llamada Reforma Fiscal, los
intereses de casi todos los legisladores se ven afectados ya que se propone
eliminar la deducción de los impuestos en el pago de colegiaturas de las
escuelas privadas, situación que les afecta directamente, pues la mayoría de
ellos tiene a sus hijos en colegios particulares y universidades privadas y
como no estudian en escuelas públicas,
quieren que el país siga subsidiando la educación de sus cachorros en colegios
exclusivos.
El compromiso de nuestros
legisladores con la educación y con el país lo miden en pesos y centavos, pues
su actitud de rechazar esta medida los une nuevamente y los pone en una actitud
de negociar a conveniencia personal, todas y cada una de las reformas que
presentará el Presidente Enrique Peña Nieto.
Para que los hijos de los legisladores
disfruten de los beneficios que sus padres le están ofreciendo a la juventud de
nuestro país, deberán ser inscritos en una escuela pública. Sería bueno que los
hijos de diputados y senadores se inscribieran en cualquier escuela de la periferia de la
ciudad, con maestros certificados, pero con salones sin aire acondicionado, sin
pizarrones y sin bancos; centros educativos que nuestros legisladores seguramente no conocen, pero existen en gran cantidad por todos los
rincones del país.
De aplicar una evaluación de
conocimientos generales a los legisladores y correrlos en caso de no pasar el
examen, no en la tercera, sino en la quinta oportunidad, le ahorraríamos al
país muchos millones de pesos, pues dejaríamos de mantener a tanto holgazán que
solo utiliza la máxima tribuna del país para dormir, pues esta demostrado que
son menos de diez los que les dan línea a los demás, quienes dócilmente, sin el
mínimo sentido del honor y la responsabilidad y posiblemente bajo algún acuerdo
económico, son capaces de aprobar hasta la venta de su progenitora si su líder
de bancada se los pide.
Es cuanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario