lunes, 3 de septiembre de 2012

VAQUERÍA AL PIE DEL MUSEO DEL MUNDO MAYA

Gobierno del Estado de Yucatán
Dirección de Comunicación Social
Sala de Prensa
Septiembre 02 / 2012
Mérida, Yucatán
2012. Año de la Cultura Maya



Mérida, Yucatán
           Eran las 10 de la noche con un minuto cuando el bastonero Sergio Casanova extendió su brazo para tomar el de la Gobernadora. Mujeres y hombres ataviados con el traje regional del Mayab hicieron una valla humana y enlazaron sus brazos para que Ivonne Ortega camine. "¡Gracias, gracias!", dijo ella, al tiempo apresuraba su paso.
          Sergio impuso a la gobernadora la banda de embajadora de la vaquería, de la fiesta del pueblo, de la fiesta tradicional de los yucatecos. "Las flores del pueblo son lindas cuando se cuidan, pero la más linda es la gobernadora de Yucatán", dijo.
         "Suenen los timbales y los güiros". Y entonces el sonido de la jarana retumbó. Los colores de las cintas, los voladores que repicaban como campanas y las chispas que iluminaron el cielo, marcaron el arranque de la fiesta popular. "Se siente la algarabía, la emoción es una cuando comienza la vaquería…".
         Más de cuatro mil jaraneros y más de ocho mil personas de 43 municipios se unían en un solo propósito: disfrutar de la tradición, convivir con su Gobernadora.
        Ella lucía un hermoso terno que con mucho cariño había confeccionado Rosita, de Teabo: jubón, hipil y fustán, rosario de filigrana, rosario de oro y coral, soguilla salomónica de dos vueltas con efigie, lazo y flores en el cabello.
       "Esta es la vaquería del pueblo", mucha gente escuchó desde lejos. Ella levantó los brazos y se dio paso a la última vaquería con su pueblo, su último informe. Los niños especiales la rodearon. Bailaron con ella. Y ella se dio el gusto de marcar el ritmo, de moverse al compás de la orquesta de la SSP y de Bartolomé Loría.
        Los juegos pirotécnicos dieron fin a ese primer episodio. Entre la multitud se hizo camino para llegar hasta la tarima de Dzemul, donde su señora madre, doña Isabel Pacheco Graniel, la esperaba.
       En la explanada: niños, niñas, adultos mayores, mujeres del pueblo, jaraneaban de emoción. La gobernadora apretó el paso para atravesar ese mar de gente. Bailó de nuevo en la tercera tarima, se tomó más fotografías. Cruzó hasta la cuarta tarima. Sergio la ayudó a subir y también a bajar. Le dio un beso en la mejilla, la despidió. Los animadores admiraron el ímpetu de la mandataria, la destreza para bailar, la pericia para conducir al Estado de Yucatán, la emoción y el cariño por su gente.
       Ella se retiró a las 10:33, pero la fiesta continuó. Era apenas el inicio, el inicio de una gran noche. De una noche de jarana en el Siglo XXI, de una noche inolvidable para la gobernadora, la última de ese tipo en su mandato de 61 meses.



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