Un lema muy socorrido por algunos políticos, candidatos, gobernantes y economistas es la injusta distribución del ingreso o la riqueza. Siempre dan datos de que un pequeño porcentaje de la población recibe una mayor tajada del ingreso total y que la mayor parte de la población una menor. Esa situación sucede en casi todas las economías en mayor o menor grado. Pero casi nunca he escuchado de esas personas una solución sustentable de cómo lograr que los pobres tengan un mejor ingreso sin quitarle a los de mayores ingresos.
Es falaz, por no decir demagógico, pensar que una mejor distribución del ingreso significa que todos tengan el mismo ingreso, es decir, un ingreso igualitario. Tener todos los mismos ingresos no significa vivir mejor. En los países donde la mayoría tiene el mismo ingreso es donde hay más pobres. En el África subsahariana, el 95% de la población tiene prácticamente el mismo ingreso, casi nada.
El objetivo de una economía progresista no es que todos tengan el mismo ingreso, sino que cada día un mayor número tenga un mayor ingreso. Lo importante es que crezca el pastel, no que de un pastel pequeño todos tengan el mismo pedacito. La riqueza aprovechable no existe en la naturaleza, hay que extraerla, transformarla, trasportarla y comercializarla, es decir, crearla.
El problema de los países pobres no es la distribución del ingreso, sino que la mayoría no tienen ingresos. La solución no es quitarle ingreso a los que tienen más ingresos, como se hizo en el siglo XX en un gran número de países que se empobrecieron, sino generar más riqueza.
El camino es crear un entorno legal que incentive la generación de empleos productivos para los que no tienen ingresos o eleven sus bajos ingresos. La solución no está en distribuir mejor el ingreso, sino en mejorar los ingresos, no en distribuir la riqueza sino en crearla.
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