Debido a un tercer lugar en el 2006 en las elecciones presidenciales, los viejos priístas se dieron cuenta que las elecciones en el 2012 son su última oportunidad de volver al poder absoluto
Luis Pazos
Debido a un tercer lugar en el 2006 en las elecciones presidenciales, los viejos priístas se dieron cuenta que las elecciones en el 2012 son su última oportunidad de volver al poder absoluto. Desde sus trincheras: Cámara de Diputados, de Senadores y 20 estados de la República, decidieron echarle todo el dinero y recursos al asador para recuperar el poder absoluto que ostentaron durante 70 años. Su problema es que tienen poco que ofrecer, pues los cambios que necesita el país no los apoyaron durante los 70 años de poder absoluto ni en los 12 años de oposición.
Su estrategia es desgastar al partido que tiene la presidencia de la República, culpándolo de todo lo malo que suceda en el país y obstaculizando las reformas estructurales que ayudarían al país a crecer y crear más empleos.
Basta hacer un análisis objetivo de la postura de los gobernadores y legisladores priístas ante la inseguridad, para concluir que cruzarse de brazos ante ese problema y dejar que la opinión pública hable de “la guerra de Calderón”, es una estrategia que les funcionó. Poca gente sabe que el Presidente Calderón envió al ejército a varios estados ante la petición de ciudadanos víctimas de secuestro, robos, extorsiones y homicidios de familiares. Varios gobernadores, rebasados por el problema que dejaron crecer sus antecesores, le pidieron al Presidente Calderón enviara al ejército y la Marina a restaurar el orden. No fue el gobierno federal a quien “se le ocurrió” una “guerra contra el crimen”, sino la creciente inseguridad en varios estados y la indiferencia o complicidad de algunas autoridades locales hicieron necesaria su participación.
El PRI parece haberle apostado a que el país llegue al 2012 con desempleo y con un clima de inseguridad para que, los votantes hartos de asesinatos y violencia, los volteen a ver como una alternativa, sin identificar que ellos, con su pasividad ante el crimen y oposición a las reformas, son los principales corresponsables de la inseguridad y el desempleo.
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