Jose Angel Solorio Martinez |
Tres galimatías del PAN tamaulipeco…
El Partido Acción
Nacional, tiene tres paradojas a resolver en Tamaulipas. Son una tríada de
activos, que por sus características intrínsecas –ahí lo contradictorio- más
bien se muestran como claros pasivos para la contienda del 2018. Nuevo Laredo,
Reynosa y Madero, son los sitios que en la superficie pudieran ser evaluados
como bastiones blanquiazules; en el fondo, son la tercia de municipios
políticamente más complicados para el panismo tamaulipeco.
Como dijo el clásico: aunque no lo parezca.
El alcalde nuevolaredense, Enrique
Rivas Cuéllar, inició con buen fario. Se le auguraba un futuro promisorio en la
política regional. Hasta que decidió romper con sus tradicionales aliados y
construir su propio destino sin compañeros de viaje.
No le salió del todo bien, la
estrategia.
Se aisló de una base social amplia
que sus ex correligionarios, le habían prestado para convertirlo en alcalde en
un gesto de continuidad. Dejó en el camino a factores tan importantes como Horacio
Garza, Ramón Garza Barrios, Carlos Cantú Rosas y otros de menor calado pero de
igual importancia.
Eso no fue todo.
Decidió distanciarse de otro actor
sociopolítico muy relevante en la ciudad: el Mañana de Nuevo Laredo. Compró una
riña que no era de él, y optó por el camino de la fractura con los editores de
ese diario. Con una estrategia deficiente, intentó arroparse en medios de menor
impacto y presencia en la comunidad.
El resultado: una evidente erosión de
su capital político.
Ahora aspira a reelegirse.
Primer problema para el CDE del PAN.
En Reynosa, Maky Ortiz se transformó
en una Frankenstein en sólo unos meses. Su obra más trascendente en la ciudad,
es la compra de 20 camiones para la basura, que adquirió con un proveedor amigo
de su hijo y esposo. Su permanente tironeo con la administración estatal y los
diputados reynosenses, son el principal obstáculo para su reelección.
Pero ella insiste.
Mantiene a un PAN reynosense
dividido, y oxigena la probable candidatura de JR Gómez como medida de presión
si se postula como candidato a Chuma Moreno o a cualquier otro que no sea ella.
Es decir: si va por la reelección genera un conflicto interno; si no va,
provoca un problema externo.
¿Así o más complicado?..
Maky no se quiebra la cabeza.
Tiene cubiertos todos los escenarios.
Cobra el 14 por ciento de moche a los proveedores, con el argumento de que 10
son para la administración municipal –o sea: para su esposo- y el restante
cuatro, es para el DIF municipal –o sea: para su hijo-.
Es, dice, el bono de marcha, en caso
de que el PAN le diga adiós.
En otras palabras: si resulta agraciada, intentará repetir; si no sale con boleto, se marchará con las bolsas llenas y dejará la ciudad en un caos político y administrativo.
En otras palabras: si resulta agraciada, intentará repetir; si no sale con boleto, se marchará con las bolsas llenas y dejará la ciudad en un caos político y administrativo.
Es el segundo reto para el albiazul.
En ciudad Madero, el PAN tiene en su
alcalde Andrés Zorrilla, la más clara contradicción. Empezó su gobierno con
grandes expectativas. Cuando sintió la presión de sus compañeros de partido, en
la disputa por la alcaldía se puso nervioso. Y optó por la estrategia
makyavélica: llenar las alforjas para construir puente de plata ante su
inminente huida.
Resultó bravo Zorrilla.
Superó a su compañera de partido,
Maky: en lugar del 14 por ciento de moche, se decidió por un camino más
fructífero: no pagar a sus proveedores.
Basta recordar el video de un
empresario que se hizo viral en donde denuncia la falta de pago del alcalde y
de las amenazas de los socios del presidente ante sus insistencia de cobro.
Tercer reto para el panismo regional.
¿Podrá el PAN de Tamaulipas, resolver
galimatías tales..?
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