miércoles, 2 de noviembre de 2016

Polvorín

Reynosa, los dos alcaldes…
José Ángel Solorio Martínez

          A dos semanas de iniciada la administración municipal, -de Reynosa, Tamaulipas-, la alcaldesa Maky Ortiz mandó llamar a su Síndico, Alfredo Castro Olguín. Saludos cordiales. Plática para romper el hielo, sobre política y la administración estatal.
          Siguieron temas frívolos, y tan serios como la seguridad pública del municipio.
          Luego una petición que dejó helado a Castro Olguín.
          -Quiero que me firmes tu renuncia-, dijo secamente la jefa edilicia.
          El abogado que por segunda vez ocupa un cargo en el Cabildo –anteriormente fue regidor- tras la estupefacción, intentó explicar a la doctora Ortiz lo insano de la petición. Le comentó, el mandato del Código Municipal que confiere derechos y obligaciones a los miembros del Cabildo. Le explicó, que esos no habían sido los acuerdos para que él aceptara la candidatura en la planilla.
          La dama no entró en razón.
          Como siempre, la voz de Castro Olguín era suave, pausada.
          La alcaldesa, se veía al transcurrir la charla, irritada, muy irritada.
          El Síndico la vio tan mal, que temiendo un colapso nervioso de la presidente, encontró una salida salvadora, ante tanta insistencia:
          -Bueno, déjeme consultarlo con el gobernador-.
          Sólo entonces, pudo retirarse de la oficina donde se entabló el ríspido diálogo.
          Las relaciones se habrían agriado entre síndico y alcaldesa ante la insistencia de aquel por hacer valer el Código Municipal en la articulación del Ayuntamiento con personas sin perfil y el uso discrecional del presupuesto que la familia de Maky demandaban para su uso.
          Es decir: el pastel lo querían en exclusiva su esposo Carlos Peña, sus hijitos y sus hijitos políticos.
          Castro Olguín, se apersonó con el gobernador.
          Finalmente los acuerdos de su candidatura a síndico los había hecho con el ahora jefe del Ejecutivo estatal.
          Impublicable, el consejo del gobernador al perredista y síndico.
Regresó a Reynosa el edil.
          Llevó el mensaje –tamizado por la cortesía que caracteriza a Castro Olguín- a la alcaldesa.
         Se demolieron los puentes entre síndico y presidenta.
          Ahora hay dos presidentes en Reynosa: Maky y el poderoso Castro Olguín.
          (Nada raro en Reynosa. En un tiempo, hubo tres alcaldes..!)
          El síndico, atrincherado con las mayorías del Cabildo y la discreta anuencia del gobernador. Maky, pertrechada con algunos Secretarios y su amada como zángana familia.
          La ambición de Maky y los suyos, su falta de pericia para gobernar y administrar, -y no su vocación libertaria- están llevando a Reynosa a paisajes democráticos jamás vistos…
          …plausible actitud de la doctora, lo menos que se puede hacer es felicitarla.

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