A unos les
toca bailar, a otros les toca sentarse…
José Ángel
Solorio Martínez
Ningún priista hizo lo
suficiente para ganar las elecciones del pasado 5 de junio, pero ya sobran
precandidatos a una senaduría que suponen de trámite: la de primera minoría.
Este escaño es, como se sabe, el premio de consolación para la segunda fuerza
electoral en la entidad.
Y los precandidatos
tricolores, asumen que si se les niega la senaduría de mayoría –primer lugar en
las urnas-, tendrán el acceso directo por la segunda ruta a la Cámara alta.
Tanto Baltasar Hinojosa
Ochoa, como Marco Antonio Bernal Gutiérrez, se han anotado en una acción que
parece albazo a otros aspirantes.
Otros con similares méritos que los matamorenses, el riobravense Edgar Melhem Salinas y Alejandro Guevara Cobos han sido más cautelosos y discretos en sus aspiraciones.
Otros con similares méritos que los matamorenses, el riobravense Edgar Melhem Salinas y Alejandro Guevara Cobos han sido más cautelosos y discretos en sus aspiraciones.
Ni pensar que la fórmula
esté exenta de mujeres. Por obligatoriedad de la Ley, debe ir en la fórmula una
dama.
Eso achica, las posibilidades
de los cuadros varoniles y resta potencia a la propuesta toda vez que las
chicas –de la mayoría de los partidos, pero especialmente del tricolor- son
cuadros de baja competitividad.
El 2018, se ve
complicado para el PRI.
Mucho, muy complicado.
Con un liderazgo
nacional de severos cuestionamientos –bajo perfil, inexperiencia en el
cuadrilátero de la política que actualmente es una bestial jungla-, a la baja
en las entidades, y con una clase política desangrada moralmente-, se le augura
un honroso tercer lugar en la diputa presidencial que se avecina. Tanto a nivel
nacional, como a nivel local.
Es decir, los esfuerzos
que prematuramente hacen los priistas –Balta y Bernal- parecen verdaderos
sueños guajiros.
Y no tanto, porque el
PRI ahora esté en la oposición en Tamaulipas. Eso es un asunto secundario. Lo
dramático para los tricolores, son los esfuerzos denodados por apropiarse de un
fiambre con el cual aspiran lucrar alegando ser los depositarios de su
testamento político.
¿Por qué no dejar el
paso a la nueva generación –si es que la hay- de priistas tamaulipecos?..
¿Por qué insiste esa
clase política tan repudiada?..
En los ranchos, el
equilibrio social se generaba bajo una sabia conseja: a unos les toca bailar; a
otros, les toca sentarse. Y al revés.
Al parecer, estamos ante
ambiciosos vulgares: ya les pusieron una felpa…
…y no quieren dejar de bailar…
…y no quieren dejar de bailar…
No hay comentarios:
Publicar un comentario