El adiós de las tres generaciones….
José Ángel Solorio Martínez
Dos de las principales fuerzas
políticas tamaulipecas, remarán contra la corriente en el 2018. El PRI y
MORENA, enfrentarán sus mayores desafíos en el teatro regional. El primero, deberá
enfrentar uno de los naufragios políticos –este 2016- más penosos que se
recuerden en la historia norestense; el segundo, deberá replantear sus
estrategias, si aspira a serle útil a la candidatura de Andrés Manuel López
Obrador.
Para el tricolor, el asunto está más
que complicado.
Para los lópezobradoristas, el
escenario no es tan cuesta arriba: se dejarán remolcar por la potencia del
tabasqueño. (Más de 300 mil votos en Tamaulipas, es el resultado de la última
incursión presidencial del líder moral de uno de los partidos más jóvenes y de
mayor crecimiento en la historia electoral del país).
El PRI, tamaulipeco
quedó en la más completa de las orfandades.
Abandonado por el dirigente nacional
Manlio Fabio Beltrones, ninguneado por la autoridad estatal, con un escaso
caudal de Ayuntamientos –apenas cuatro de los ocho principales municipios de la
entidad y un Congreso de mayoría panista, ha entrado en una crisis de
identidad. Y como en todos los momentos de desorientación, la falta de claridad
prohíja pugnas internas.
Los priistas, no saben qué hacer.
Unos proponen la vocación vertical
del partido para recuperar los liderazgos. Otros, consideran, que la salida
democrática es la respuesta a las circunstancias actuales.
Lo más penoso, es que ni una ni otra
opción puede resolver las graves dolencias estructurales: la clase política
tamaulipeca, está herida de muerte. Los liderazgos que por décadas operaron
para que el PRI fuera una máquina de ganar elecciones, fueron arrasados e
inhabilitados por el fenómeno de la alternancia.
Años antes, los casos de corrupción y
desenfreno de los conocidos ex gobernadores, había inyectado pus en el sistema
circulatorio de los políticos tricolores de la comarca.
Muchos confían en el manejo político
de las delegaciones federales en abono al proyecto priista.
Apuesta bastante errática. La escasa
franja de legitimidad en la que se mueve el Presidente Enrique Peña Nieto, hace
muy lejana la posibilidad de que confronte al gobernador del estado.
El negro panorama para el
institucional, es la atmósfera que se avizora para el 2018.
La elección presidencial que viene,
parece centrarse en sólo dos fuerzas políticas: el PAN y MORENA. Esta
circunstancia, podría relegar a un modesto tercer lugar de la tabla al
candidato priista.
¿Qué significaría tal eventualidad?..
El colapso -¿más?..- de los priismos
estatales, en donde no tengan gobernador de su partido.
No se percibe un líder priísta
idóneo, para el momento de Tamaulipas.
Una cultura política priista de
solidez, se presentó en el sistema político regional cuando el gobernador del
estado había salido de esas filas. La fortaleza electoral priista, se fundamentaba
en la red de poder pública.
La urdimbre gubernamental, se
mimetizaba en estructura electoral y generaba ficticias fortalezas políticas.
Es muy posible, que la polarización
entre el PAN y MORENA por la presidencia de la república sea el descabelle para
el PRI. En Tamaulipas, el priismo podría partirse en tres pedazos: los que se
quedarán fieles a su partido; los que se pondrán a la sombra del victorioso PAN
y aquellos, que irán a adherirse a la campaña de López Obrador.
¿Quién para reemplazar al agotado
Rafael González Benavides?..
(Sí alguien pensaba que Lucino
Cervantes Durán, era el más desastroso dirigente del PRI en la historia tamaulipeca,
se equivocó. Llegó el matamorense Rafa…).
La pregunta está en chino.
La pregunta está en chino.
El problema es tan peliagudo, que el
PRI ahorita no tiene problema de hombres o de nombres. El asunto, es un
conflicto de naturaleza interna. Por eso es tan dificultoso encontrar soluciones
a corto o mediano plazo, con zutano o con mengano.
Ya no hay, larga vida para el PRI.
Ya no hay, larga vida para el PRI.
El neoliberalismo –el salinismo para
ser más claros-, lo liquidó.
El 2018, podría ser la última aventura
electoral que cerraría el ciclo de las tres generaciones: el PNR, el PRM y el
PRI.
Gane la presidencia el PAN, o la gane
MORENA…
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