La ausente operación cicatriz….
José Ángel Solorio Martínez
La operación cicatriz en Río Bravo,
Tamaulipas, nomás no operó y mucho menos cicatrizó. Los grupos atrincherados en
la red de priista, siguen reacios a aceptar la candidatura de Diego Guajardo
Anzaldúa por una tan fantasmagórica como jurídicamente cuestionada coalición
entre el PRI y el PVEM.
Los dos eventos del priismo
riobravense que organizaron para recibir al pre candidato a la gubernatura
Baltasar Hinojosa Ochoa, estuvieron preñados del desacomodo partidista y de un
inocultable rechazo al que hoy presume ser el aspirante de los priistas a la
presidencia municipal.
La comida en la casa del ex alcalde
José Cavazos, estuvo signada por la tensión y la incomodidad. Casi un centenar
de miembros de la clase política local se reunieron para externar su adhesión
al matamorense.
Estuvieron todos. Los
Melhem, los Cavazos, los Cárdenas Garza, los Villaseñor y otros no menos
importantes.
El elemento bochornoso, fue la presencia del
candidato Guajardo Anzaldúa.
Se le aisló a una lejana mesa y a su
comitiva se le propinó un golpe de pena ajena: los dejaron de pié.
Los guajardistas, aguantaron el
ramalazo.
A la presión que significó la
marginación de los guajardistas, se añadió otra: pocos priistas, saludaron al
candidato del Verde.
Diré lo que me dijo un colega:
“Diego, se veía como perro en barrio
ajeno…”
Estuvo tan densa esa reunión, que
para nadie pasó desapercibido el tufo de la rispidez que revoloteaba en la
atmósfera.
Tan áspero se sentía el ambiente, que
el mismo precandidato a la gubernatura Hinojosa Ochoa, dijo intentando romper
el hielo que se acumulaba alrededor de Diego:
-¿Por qué están tan serios...?-
Ni eso, ayudó a atemperar los ánimos
contenidos de los priistas de Río Bravo.
Tres horas más tarde, en el encuentro
del precandidato con los delegados priistas a la Convención estatal, se reeditó
otro capítulo de rencor y resentimiento contra el abarrotero riobravense.
Presidió el evento, un Diego
asustado, atemorizado, por una horda tricolor que con caras largas estaba a su
lado, más que haciéndolo su candidato, entregando su simpatía por el economista
matamorense.
Nadie levantó la mano a Diego.
Un Baltasar obligado a apuntalar a su
compañero de viaje, intentó cuerpearlo.
Quedó ahí la foto de Hinojosa Ochoa y
Guajardo Anzaldúa. Sólo faltó, que los precandidatos priistas soslayados en la
contienda interna, lo arroparan. No ocurrió.
El terrible rompecabezas político que
es el municipio de Río Bravo, sigue sin ser resuelto.
Confusión y desazón, son las palabras
que describen el actual momento político de Río Bravo…
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