El PRI de los años 60…
José Ángel Solorio Martínez
Al priismo micro-regional, no le ha
ido tan bien -hasta hoy- en la repartición de candidaturas. Tampico y Río
Bravo, son dos casos emblemáticos del desplazamiento de la estructura institucional.
En el puerto, se impuso la decisión de postular a una política –Magdalena
Peraza- que ha hecho de su carrera un vaivén: del PRI se fue al PAN y regresó
al PRI cuando le compraron su franquicia personal agentes del gobierno-; y en
aquella ciudad fronteriza, se maniobra para imponer a Diego Guajardo Anzaldúa,
uno de los campeones del trapecismo político en Tamaulipas: ha sido candidato
del PAN, del PRD, del PT, del Verde y ahora sueña con representar al PRI.
Serias
complicaciones para el tricolor.
Por varias razones.
La primera: genera fracturas entre la
militancia priista. Tanto Peraza Guerra, como Guajardo Anzaldúa han hecho
morder el polvo al PRI en varias contiendas electorales en sus respectivos
municipios.
(Es indudable que esas derrotas, no han sido
debidamente procesadas por el priismo riobravense y porteño. Durante años, los
militantes del tricolor en aquellas ciudades han recriminado a su partido la
apertura de puertas a esos engendros políticos que una noche duermen en cama
panista o perredista, y otra despiertan en cama institucional).
La segunda: decenas de militantes
priistas han hecho fila en su agrupación política participando en campañas, en
movilizaciones, en campañas de financiamiento entregando recursos y tiempo al
PRI de sus amores para ahora verse desplazados inmisericordemente.
De otra forma: decenas de cuadros
tricolores, han visto vulnerados sus derechos de militantes. No sería un
exceso, afirmar que si esos miembros del PRI sienten sus haberes políticos
vulnerados, bien pueden recurrir a la autoridad electoral como el IEETAM y el
TRIFE para denunciar tal arbitrariedad.
Y lo más dramático para el PRI: las
quejas probablemente prosperarían.
¿Para qué tomar el penoso camino del
riesgo?
¿Por qué enredar un proceso que puede
llevarse en paz y con gobernabilidad interna partidista?..
Magda y Diego pueden traer consigo
una potencia electoral importante. Lo que el PRI debió evaluar es el alto costo
que puede pagar por encapricharse en esas candidaturas. Quizá ganen ambos, pero
la liebre puede saltar por otro lado.
El enfado de los priistas puede
reventar contra el candidato a gobernador Baltasar Hinojosa Ochoa. Y ahorita el
horno no esta para bollos.
Por décadas la irritación de los
priistas, sólo se ha circunscrito a los municipios. Nunca, se ha desbordado
hacia los candidatos a gobernador. En otras palabras: el municipal, se escurre
hacia otras opciones cuando se ve humillado únicamente en la pelea por el
Cabildo y no por la gubernatura. Esto se explica, porque nunca las oposiciones
han sido opción para visualizar la alternancia.
Hoy puede ser diferente.
Hoy puede ser diferente.
El PAN, posee prendas que bien
vendidas pueden genera un movimiento social que empuje a la alternancia. Este
escenario, le mete piedras al morral priista y potencia las complicaciones de
una mala elección en los municipios.
Nadie sabe como reaccionará el
priismo de Rio Bravo y de Tampico. Y el de algunos otros municipios pequeños,
que también han reciclado cuadros de origen opositor. Los riobravenses, tienen
programado tomar opciones distintas a las que les recomienda el CDE de su
partido; igual los de Tampico.
En el pueblo fronterizo, ni los
Melhem, ni los Cavazos, ni los Cárdenas, ni los Villaseñor aplaudieron la
candidatura de Guajardo Anzaldúa.
En Tampico, uno de los más
consistentes y actuantes grupos de poder porteños –encabezado por Fernando
Azcárraga- ha hecho público su odio hacia la profesora Peraza. Otros más, lo han externado en corrillos.
¿Por qué pedir prestados candidatos a
otros partidos?..
¿Por qué se ningunea a la
militancia?..
Los que creen que vivimos la época
del PRI hegemónico, monolítico de los años 60, podrían estar en un error…
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