domingo, 28 de junio de 2015

El Fogón

La moraleja de Yarrington y Geño…
José Ángel Solorio Martínez
Junio  28/2015
           Las burocracias obreras –caciques les llama la opinión pública- durante décadas fueron factores de poder y contrapesos de la autoridad en todos los niveles en Tamaulipas. En Nuevo Laredo, Pedro Pérez Ibarra, tuvo en un puño en la ciudad hasta que Carlos Cantú Rosas –el bueno e inteligente- echó abajo su red de poder; en Reynosa, Reynaldo Garza Cantú, operó como actor esencial de la vida del municipio, hasta que la PGR lo echó e corrida; en Matamoros, Agapito González mostró su músculo cuantas veces quiso: retó tanto a alcaldes como a gobernadores –y la mayoría de las veces salió victorioso-; en Victoria el cetemismo operó como grupo de presión con la variable que al gobernador nunca se opuso; y en el sur, Joaquín Hernández Galicia –petrolero- y Diego Navarro Rodríguez actuaron como una dupla formidable a la hora de la disputa de espacios de poder público.
           Los gobernadores tenían la obligada cortesía de comentar con ellos, cada movimiento en sus respectivas ínsulas. No importaba que fuera de rutina. Era parte del ritual que décadas de práctica política, había heredado al Ejecutivo estatal. Algunas veces, los líderes obreros objetaban con prudencia alguna propuesta del gobernador.
           Siempre había caminos para el arreglo.
           (Igual pasaba con el presidente de la república. Las burocracias obreras, se inconformaban sobre tal o cual tema, y Fidel Velázquez -o sus herederos- llevaban por el camino del acuerdo a los disidentes. Esto incluía, el candidato priista al gobierno de Tamaulipas).
           Era la gobernabilidad institucional.
           Luego, vino el salinismo y desmanteló toda esa red corporativa.
           Entonces los gobernadores de Tamaulipas, se quedaron sin un contrapeso interno.
           En el año 2000, el PRI perdió la presidencia de la república. Este vuelco en la vida nacional, generó un cambio estructural en el sistema tamaulipeco de partidos. Potenció la fuerza de los gobernadores y los instaló como periféricos PRIs estatales. El CEN fue un órgano regulador de la vida interna, pero tuvo que soltar el control hegemónico con las regiones. (Por un asunto fundamental: los PRIs locales poseían los fondos suficientes como para ser indispensables para un CEN mendicante –ante las amplias tareas-).
           (Ese cambio que otorgó amplios poderes al gobernador, explica en mucho la cooptación que esta figura central de la política estatal, hizo de los partidos de oposición. Fue entonces, cuando el PRD, PT, PAN y demás organizaciones –o al menos sus principales corrientes internas- cayeron en la tentación de sumarse a la órbita del “primer priista de la entidad”. Resultó tan eficaz y totalizadora la asimilación por el gobierno, que ni desde los partidos ni desde sus bancadas en el Congreso local, han mostrado un ápice de conducta opositora inteligente).
Tomás Yarrington y Eugenio Hernández Flores, vivieron –disfrutaron más bien- esas dos expresiones de la política tanto en la región como en la nación.
           Gobernaron como señores feudales. Hicieron políticos a sus amigos y convirtieron en empresarios a sus familiares.
           El matamorense, se dio el lujo de –por venganzas baladíes- violentar la Constitución y defenestrar al alcalde de Reynosa Gerardo Higareda Adam. Envió, bajo otro rosario de vulneraciones a la ley a gobernar a Humberto Valdez Richaud.
           Se intoxicó con tanto poder.
           Eugenio no se quedó atrás. Su familia hizo una descomunal fortuna al amparo de la autoridad. Sus cuñados, resultaron más apetentes que los tomasistas. A tanto llega su fortuna, que es un grande problema familiar poseerla sin generar suspicacias en cada país donde la fragmentaron para depositarla.
           Se envenenó con tanta dosis de autoridad.
           Tamaulipas hoy es una tabla rasa. Hace años que fueron aniquilados los caciques obreros y al momento, se suman a ese circuito de inmolación dos de los más sólidos factores de poder priista –Tomás y Eugenio-.
           ¿Qué nos muestra ese escenario?..
1.- El frágil sistema de partidos opositores, hace pensar en un largo camino para llegar a la alternancia.
2.- El presidente de la república, no tiene enfrente en Tamaulipas factores que pueda disputarle su papel meta institucional, de nombrar candidato a la gubernatura de Tamaulipas. (La forma, ya es otra historia. En el pasado, el Secretario de Gobernación fue el encargado de mover los resortes para preparar el arribo del candidato).
           Moraleja: los excesos del poder son fatales.
           Tomás y Eugenio, dejaron de ser parte del sistema político tamaulipeco…
…a contrapelo: pueden ser miembros de lujo, del sistema carcelario internacional.



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